lunes, 29 de febrero de 2016

El Dios "inapresable"

Jesús nos recuerda en el Evangelio de hoy la curación de Naamán, el Sirio, y el auxilio de Dios a una viuda de Sarepta en tiempos de Elías (Lc 4,24-30). Y, como entonces hizo con sus contemporáneos, nos repite que ningún profeta es bien recibido en su tierra.

Pensaba que esto sigue siendo así. Y que tampoco tú y yo escapamos al peligro de querer enmendar la plana a Dios queriendo que actúe según nuestros planes, apresándolo en nuestros rígidos esquemas, haciéndolo funcionar conforme a nuestra lógica mezquina y miope.

Y Dios no se deja; y continúa haciendo lo que quiere, como reza el salmo115; y sus designios no dejan de abrumarnos, de hacernos sentir pequeños, por su inmensidad (salmo 138).

Hoy te pido que me ayudes a dar gracias a Dios por no dejar de hacer lo que tiene que hacer y lo que quiere hacer, en nuestra vida, en nuestro país, en el mundo... Hoy quiero darLe gracias porque sigue escapando de nuestras etiquetas, de nuestras clasificaciones, de nuestro modo de ver las cosas, de las estructuras que nos hemos inventado para tratar de vivir mejor una vida de intimidad con Él y que, paradójica y tristemente, terminan convirtiéndose en nuestros ídolos impidiéndonos vivir según los criterios del Evangelio. 


Gracias, Señor, porque eres Dios, porque nos superas, porque tus caminos no son los nuestros, porque no hay nadie más grande que Tú ni que se te pueda comparar. Gracias por escapar de nuestros formalismos, de nuestras rigideces, de nuestras seguridades... Gracias por seguir sorprendiéndonos cada día; por seguir desconcertándonos escapando a nuestras previsiones. ¡¡¡Gracias, Señor!!!¡¡¡Gracias, Señor, por ser un Dios inapresable!!!