viernes, 26 de febrero de 2016

Los frutos que Dios espera

Nos cuenta hoy Jesús la parábola de la viña arrendada a los labradores malvados que terminan matando al hijo para quedarse con la herencia (Mt 21,33-43). El dueño de la viña acude en busca de los frutos que le pertenecen y no los halla.

Pensaba que también Jesús espera en ti y en mí los frutos que debe producir la gracia que nos regala a manos llenas y que nos permite responder a los "toques" de Su Espíritu a nuestra alma. Puede que las primicias de esos frutos sean el agradecimiento, por las maravillas que hace Dios en nuestra vida, y la misericordia que, manando de sus entrañas paternales, se derrama en las nuestras para que acojamos a Su Hijo en cada persona que vive a nuestro lado.

Y le pedía que nos dé hoy unos ojos abiertos y un corazón despierto para descubrir qué espera de nosotros en cada momento. Saberlo ya es una gracia inmensa porque, en caso de no poder ofrecérselo, podremos pedirLe perdón por no darLe lo que, sin lugar a dudas, le corresponde. Porque el Señor, antes de pedirnos algo, nos lo da.


¡¡¡Ánimo!!! Sé que, de un modo u otro, Jesús hará que, por medio de Él, entreguemos al Padre, en el Espíritu, los frutos que Él espera.