domingo, 31 de enero de 2016

Todo sirve a su obra

Meditando el Evangelio de hoy (Lc 4,21-30) me preguntaba porqué Jesús se dirige a sus paisanos con estas palabras que parecen más una provocación que otra cosa. ¿Qué necesidad tenías, Señor, -le preguntaba esta mañana-, de adelantarte sugiriéndoles, de antemano, que no harías en Nazareth los signos que habías hecho en Cafarnaún?

Probablemente Jesús, que leía en el corazón de los que lo rodeaban, verbalizara lo que bullía en el interior de sus vecinos sin que ninguno se atreviera a sacarlo fuera… Puede que el Señor se limitara a poner frente a sus ojos, sin tapujos ni componendas, lo que esperaban en realidad a fin de prevenirlos frente a sí mismos.

Partiendo de aquí, podemos extraer una de las enseñanzas que, me parece, contiene este Evangelio: a menudo esperamos de Jesús actuaciones espectaculares, intervenciones prodigiosas que nos liberen del mal que nos aflige y nos hace sufrir. Y tal es nuestro afán de vernos libres de lo que nos apena o de satisfacer las necesidades que nos acucian, que convertimos a Dios en una especie de “genio de la lámpara maravillosa” dispuesto a dar respuesta acabada y satisfactoria a todos nuestros deseos… de la forma en que nosotros esperamos que se vean resueltos nuestros problemas, ¡claro! Por eso, cuando no suceden las cosas según lo habíamos previsto y pedido, expulsamos al Señor de nuestra vida con cajas destempladas; nos negamos a adentrarnos en el misterio oscuro y doloroso en que nuestra existencia se convierte tantas veces… tal y como hicieron aquel día los nazarenos.

Cuando reaccionamos así ante lo que nos duele o simplemente nos molesta, perdemos de vista algo verdaderamente esencial: que el Señor no actúa dando respuesta a nuestro anhelo imperioso de que todo marche tal y como consideramos que debería marchar, sino que el verdadero milagro se produce cuando acogemos su compañía. Porque entonces es su gracia la que nos hace descubrir que todo eso que nos sucede y, en especial, lo que nos contraría, es empleado por el Padre para ir sacando a la luz la imagen del Modelo que contemplaba cuando nos creó.

Sí, el Espíritu de Jesús nos ayudará a ver la vida en esta clave y, derramando en nosotros sus dones, nos capacitará para soportar las contrariedades con talante deportivo y corazón alegre y esperanzado que sabe que todo, absolutamente todo, ocurre para bien de los que Dios ama.

¡¡¡Estamos aquí para esto!!! Para dejarnos hacer según nuestro Modelo, Cristo, de modo que vayamos asemejándonos cada día un poquito más a Él. Y esta obra de Dios en cada uno no consiste en tener siempre el viento a favor, sino en descubrir su Presencia amorosa en nuestras vidas dejándolas confiadamente en Sus manos para llegar a ser lo que estamos llamados a ser.

Los conciudadanos de Jesús no habían descubierto esto; por eso se sintieron ofendidos cuando el Señor les dijo que ningún profeta es aceptado en su tierra y lo empujaron fuera del pueblo con intención de despeñarlo barranco abajo. El drama de estos hombres es resumido lacónicamente por el evangelista cuando afirma que, entonces, Jesús se alejó de ellos.


Ojalá que no nos pase a ti a mí lo mismo. Ojalá que no esperemos “cosas” de Jesús sino que deseemos únicamente a Jesús mismo. Ojalá que descubramos que no siempre lo que apetecemos es lo mejor para que su obra en nosotros avance y llegue a buen término. Así dejaremos al Espíritu modelar la imagen del Señor en nosotros con la docilidad del barro en manos del alfarero.




sábado, 30 de enero de 2016

Aunque duerma... Él siempre está

Contemplamos hoy el apuro de los apóstoles en medio de una tormenta mientras Jesús duerme plácidamente sobre un almohadón (Mc 4,35-40).


A poco que echemos un vistazo a nuestra vida, comprobaremos que en muchas ocasiones nos ha sucedido lo mismo: momentos de angustia, tristeza o abatimiento en los que hemos pensado que Dios se había olvidado de nosotros. Y no, Él nunca se olvida. Es más: siempre está a nuestro lado... aunque duerma; su Corazón vigila siempre. 


Sabemos, por propia experiencia, que cuando hemos gritado pidiendo su ayuda nos ha escuchado. Esto se ve mejor "a toro pasado", cuando hacemos memoria de su acción en nuestra vida. Porque a veces, en medio de la tormenta, no somos capaces de hacernos cargo de su Presencia ni de caer en la cuenta de que siempre manda callar al viento para deje de atormentarnos... llegado el momento oportuno. Porque Él siempre está y siempre acude a nuestras llamadas. 

Para que esta verdad arraigue en tu corazón, dedica unos minutos del día a mirar tu propia historia y verás lo que encuentras: sólo motivos para dar gracias.



viernes, 29 de enero de 2016

Una "pasividad activa"

Hoy Jesús nos recuerda que nuestra relación con Él nace por iniciativa suya y se sostiene en su gracia. Y es que, en verdad, es Él Quien lleva a cabo la obra de la santificación en cada uno de nosotros por medio de su Espíritu.

Igual que el hombre que siembra contempla el crecimiento de la semilla sin que él sepa cómo germina y crece dando fruto lo que plantó, el Reino de Dios crece en nuestro interior en un milagro continuo de la gracia de Dios obrando desde ese hondón del alma al que sólo Él tiene acceso.

Párate unos minutos para interiorizar esta verdad. El Espíritu te hará entender, en el silencio reposado de su Presencia, cuál ha de ser tu colaboración en esta obra de la gracia. Y, cuando lo hayas descubierto, contarás con su gracia para dejarLe hacer estorbando lo menos posible. Porque la clave no está en hacer, sino en dejarse hacer... 

Ojalá que tú y yo avancemos en el camino de esta "pasividad activa" para responder cada día más y mejor a la acción de la gracia que derrama en nosotros la vida de Dios.



jueves, 28 de enero de 2016

Una competición saludable

Hoy Jesús nos anima a poner al servicio de los demás todo lo que nos ha dado. Porque, de la misma manera que no se pone el candil bajo la cama sino en el candelero para que alumbre a todos, los dones que su generosidad nos ha regalado han de ser puestos al servicio de los demás (Mc 4,21-25). Eso hizo Tomás de Aquino, cuya fiesta celebramos hoy. Él, que no sólo brilló sino que, además, iluminó, sigue alimentando a la Iglesia con su enseñanza y su doctrina.

Y es que, cuando administramos bien lo que Dios nos ha dado, vemos con asombro cómo se benefician de todo eso los que nos rodean. Y, de una manera inexplicable, sentimos que recibimos más para seguir dando. Sí, las gracias no sólo no se agotan, sino que, al darlas, se multiplican.

Releyendo la lectura de ayer del segundo libro de Samuel, que continúa hoy con la oración de David agradeciendo al Señor la promesa que ha hecho a su casa y pidiéndole que sea fiel a la misma (2Samuel 7,18-19. 24-29), pensaba que al Señor le encantan estas competiciones de generosidad... porque siempre las gana. Sí, por mucho que creamos haberLe dado, siempre nos descoloca porque se vuelca superando hasta límites insospechados nuestras pobres ofrendas. Anímate a participar en estas competiciones divinas: Dios dilatará tus deseos de entrega y, poquito a poco, se irá convirtiendo en el único amor de tu vida. ¿Te atreves a competir?




miércoles, 27 de enero de 2016

Fidelidad y fecundidad

Es impresionante ver cómo responde el Señor a la propuesta de David de construirLe un lugar digno para que habite en medio de su pueblo: Dios le concede, junto a muchos otros bienes, el mayor de todos: ser estirpe del Mesías (2Samuel 7,4-17).

Dios mantuvo su promesa a David, a pesar de las infidelidades del rey, porque Él es fiel. Y es la suya una fidelidad que regala una fecundidad que nos supera, muy por encima de nuestras expectativas.

Jesús nos recuerda esto con la parábola del sembrador (Mc 4,1-20): el mismo que siembra es el que hace prosperar esa semilla. Sólo necesita una tierra apropiada para echar raíces. 

Esa tierra somos tú y yo, si queremos. Porque para ser buena tierra basta con aceptar Su Palabra y acogerla al abrigo de una meditación silenciosa. Basta con esto para que se produzca el milagro: esa Palabra nos transformará y hará brotar en nuestra tierra toda suerte de árboles, flores y frutos. Prueba y verás... Porque Dios es fiel y su fidelidad es fecundidad.



martes, 26 de enero de 2016

¡¡¡Siempre es fiesta!!!

La primera lectura que hoy nos propone la liturgia (2Samuel 6,12b-15. 17-19) nos relata el traslado del Arca de la Alianza, desde la casa de Obededón hasta la tienda que le había preparado el rey David, en medio de una gran fiesta. Y es que, pensaba, tener a Dios en medio de nosotros es motivo de fiesta perpetua.

Sí, David danzaba ante el Señor sin poder contener su alegría y celebró la Presencia de su Dios en medio del pueblo elegido con la magnanimidad que tal hecho merece.

Jesús aún va más lejos en las palabras que hoy pronuncia para ti y para mí en el Evangelio de Marcos (3,31-35): somos hermanos y hermanas suyos... ¡hasta madres del Hijo! si hacemos la voluntad de Dios.

Estas dos palabras, "voluntad de Dios", son un misterio siempre abierto a ser explorado a lo largo de nuestra vida aunque, el Dios bueno que es Padre, nos ha dado la pista que nos coloca al principio de esa senda que nos devolverá de nuevo a Su Casa, que es la nuestra: su voluntad es que todos los hombres se salven y le conozcan. O, lo que es lo mismo: que conociéndoLe se salven y que salvándose Le conozcan.

¡¡¡Nuestro Dios está en medio de nosotros y es un Dios que salva!!! Todo lo demás son menudencias, fruslerías... ¿Dejaremos que esas "cositas", por mucho que nos hagan sufrir en determinados momentos, nos amarguen aguándonos la fiesta? No les demos más poder del que en realidad tienen, que no es ninguno: porque Dios está contigo y conmigo, con el mundo entero, para hacer fiesta con sus hijos. ¿O no recuerdas que es su delicia estar con los hijos de los hombres?


 

lunes, 25 de enero de 2016

Paso a paso

En el Evangelio de hoy, día en que celebramos la conversión de San Pablo, Jesús nos llama a ti y a mí, como llamó un día al Apóstol de los gentiles, para que proclamemos su Buena Noticia a todo el mundo (Mc 16,15-18).

¿Cómo anunciar el Evangelio a toda la creación? Jesús, que es Quien nos envía, tiene una respuesta para cada uno. Pero es necesario que Le preguntemos para que nos la revele. Así lo hizo Saulo de Tarso cuando iba camino de Damasco.

La respuesta del Señor a la pregunta del que entonces era perseguidor de los cristianos puede sorprendernos. Porque no es la del Señor una contestación rápida y completa. Esto habría sido lo más "eficaz" según nuestra mentalidad ávida  de obtener resultados de manera inmediata, sin "pérdida de tiempo". El Maestro no actúa así, sino que envía a su elegido a Ananías para que éste le vaya diciendo. Comienza entonces para Pablo un tiempo de preparación para su misión.


Sí, la respuesta a la tarea que el Señor ha encomendado a cada uno es una respuesta dilatada en el tiempo que se va concretando a lo largo de la vida. Basta con cultivar la intimidad con Él y estar abiertos a su proyecto de amor sobre nosotros y sobre todos los hombres para ir descubriendo qué camino seguir.


"¿Qué debo hacer, Señor?", le pregunta el judío de Tarso. Y Jesús le revela el siguiente paso que debe dar. Así hace hoy el Señor contigo y conmigo si nos paramos a preguntarLe. Puedes estar seguro de que te dará la luz suficiente para avanzar un poco más en el camino de su voluntad.





domingo, 24 de enero de 2016

Unas "vistas" inigualables

El final del Evangelio de hoy (Lc 1,1-4; 4,14-21) nos dice que, aquella tarde de sábado, todos los que había en la sinagoga tenían sus ojos fijos en Jesús después de que leyera el pasaje de Isaías.

Párate un momento para imaginar lo que estaba sucediendo en la sinagoga de Nazareth. Yo veo el ambiente cargado de expectación: todos los ojos clavados en Jesús esperando su comentario del texto de la Escritura que acaba de proclamar. Miradas anhelantes; curiosas unas, intrigadas otras; bienintencionadas y maliciosas... Por la reacción violenta del pueblo que siguió a esta escena, sabemos que los paisanos de Jesús, enterados de las andanzas del hijo del carpintero y de María que conocían desde siempre y que ya había empezado su vida pública, esperaban algo diferente a lo que sucedió... 

Sí, esperaban que hiciera todo lo que había hecho en Cafarnaún. Y por esperar cosas "extraordinarias" según sus propias expectativas, se perdieron la más extraordinaria de todas: la confesión abierta y clara de Jesús sobre el cumplimiento de la promesa de Dios a su pueblo acerca de la llegada de su Salvador. Así, el Esperado durante siglos es rechazado por los más cercanos a Él; por aquellos a quienes había reservado la primicia del anuncio sobre su origen y misión.

Todo esto me hace pensar que, también a ti y a mí, nos sucede lo mismo que a los nazarenos aquel día: esperamos no se sabe qué manifestaciones o actuaciones de Dios en nuestra vida y, por eso mismo, nos perdemos lo que hace en nosotros y nos dice que, siempre, supera hasta el infinito lo que nuestra cortedad de miras coloca frente a nuestros ojos como lo mejor de lo mejor. 

La condición humana es así: prefiere el vuelo rastrero, incluso el reptar por el suelo para "andar con seguridad" antes que volar sobre las alas de Dios. Ojalá que este pensamiento venga en nuestra ayuda cuando seamos tentados para quedarnos con lo seguro, lo previsible..., y nos anime a dejarnos elevar por Dios para ver las cosas como Él las ve. De este modo no nos perderemos unas "vistas" inigualables.



sábado, 23 de enero de 2016

Nada de lo nuestro Le es ajeno

No sabemos qué sintió Jesús cuando los suyos fueron a recogerlo porque lo creían fuera de Sí (Mc 3,20-21). Nada dice el evangelista al respecto...

Los relatos evangélicos son parcos y, muchas veces, -al menos a mí me pasa-, nos dejan con la sensación de haberse quedado a medio. Aunque, si nos paramos un poco, descubrimos que nos remiten a lo esencial. Eso que nosotros, ávidos de datos, nos hemos empeñado en enterrar bajo mil capas... Añadidos y añadidos sin cuento que nos impiden navegar por las aguas del Espíritu al impulso de su viento.



Y hoy pensaba que lo esencial de este brevísimo evangelio bien podía ser hacernos caer en la cuenta de que Jesús ha pasado por todos los estados de ánimo, por todas las situaciones, por todas las experiencias posibles... Porque asumió nuestra naturaleza para elevarla y redimirla y nada le pasó desapercibido.

Por eso podemos volver nuestros ojos a Él pase lo que pase, estemos como estemos, seguros de que en el Maestro encontraremos el mejor compañero. Porque nada, absolutamente nada, de lo humano le es ajeno a nuestro Dios encarnado.


viernes, 22 de enero de 2016

Un mar sin orillas

La primera lectura (1Samuel 24,3,21) nos recuerda el respeto con el que David trata a Saúl, el rey ungido por el Señor, a pesar de que éste lo persigue para quitarle la vida.

Me impresiona el modo de proceder de David, que aparca cualquier tipo de desavenencia, ignorando los propósitos homicidas del rey, porque le sabe elegido por Dios. Y es que, como nos recuerda el Evangelio de hoy (Mc 3,13-19) Dios elige a los que Él quiere. Esta elección no tiene réplica porque Sus planes no son los nuestros y nos superan tanto, tanto, que somos incapaces de entenderlos. Por eso parece increíble que, sabiendo como sabemos que esto es así, nos atrevamos a enmendar la plana al Único que hace bien todas las cosas. ¿Cabe osadía mayor que ésta?

David asume la elección de Dios que ha ungido a Saúl y, fiado en la Providencia de su Dios, responde a la gracia que Él le da para aceptar sus proyectos de amor sobre su pueblo. Sí, David, acogiendo con fidelidad la gracia que le permite responder a Dios como Dios espera de él, entra libremente en Su plan sin dudar de que ese Dios en quien cree y espera todo lo hace bien.

También a ti y a mí nos ha elegido el Señor; ese mismo que llamó a los discípulos nos llamó y nos sigue llamando, a nosotros y a cada uno de quienes nos rodean. Ojalá que, como David, aprendamos a dejarnos iluminar por Su Espíritu para aceptar sus designios amorosos sobre nuestra vida asumiendo lo que ésta nos trae sin juicios, sin resistencias, aprovechando toda la gracia que está volcando sobre nosotros para podamos empezar a ver todo con sus ojos. 

Porque todo está bien; sólo tenemos que aprender a descubrirlo. Y entrar en el plan de Dios es participar en la hazaña más apasionante de nuestra existencia, es adentrarse en un mar sin orillas estando dispuesto a dejarse llevar por la corriente del Espíritu hasta donde el Espíritu nos lleve. 

¿No te animas a abandonar tus puntos de vista y tus seguridades para dejar toda la iniciativa a Dios? ¿Te vas a perder la mejor aventura de tu vida empeñado en encajar a cada persona y cada acontecimiento en tus estructuras mentales limitadas, pobres y obsoletas? Estate seguro de que, si deseas dejarlas, Dios te dará las suyas...







miércoles, 20 de enero de 2016

El bien y la vida

“¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo? ¿Salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?”
La enseñanza de Jesús en el evangelio de hoy es clara. Hay que optar por el bien y la vida, lo demás es accesorio, aunque en ocasiones sea necesario, pero no determinante ante los valores esenciales. ¿Cuál es nuestra escala de valores? ¿Preferimos la misericordia por encima de todo?
En este año de la misericordia, el Dios bueno que nos ama y a quien amamos nos conceda la gracia de un corazón como el suyo, misericordioso, que siempre hace el bien y siempre opta por la vida. 
Pero no olvidemos que si optamos por la vida, pueden que otros opten por nuestra muerte, al igual que hicieron con Jesús. "Se pusieron a planear el modo de acabar con él"





lunes, 18 de enero de 2016

Novedad

"A vino nuevo, odres nuevos". Estas son palabras del Evangelio del día, hoy 18 de enero, en que todos los cristianos rezamos para que el deseo de Jesús de ser UNO, se cumpla. 

Pero ya el Jesús nos advierte que necesitamos novedad. Nuevo nuestro corazón para aceptar al diferente, nueva nuestra mentalidad, para saber que el otro también posee parte de la verdad, nueva nuestra vida para que todos sus actos estén repletos de misericordia hacia los demás. 
Con estos deseos comenzamos este Octavario por la Unidad de los cristianos.



sábado, 16 de enero de 2016

El misterio de la elección divina

La lectura del primer libro de Samuel nos deja vislumbrar el misterio de la elección de Dios y su iniciativa para encomendar una misión concreta a cada uno de sus hijos en su plan de salvación (9,1-4.17-19; 10,1a).

Saúl se encuentra con Samuel mientras realizaba el encargo de su padre; Jesús se acerca a Mateo, sentado al mostrador de los impuestos (Mt 2,13-17). Y Dios unge al futuro rey a través de Samuel y llama a su seguimiento al recaudador que llegaría a ser apóstol y evangelista.

Sí, Dios llama en medio de nuestras ocupaciones cotidianas. Y nunca deja de hacerlo confirmando en innumerables ocasiones la primera elección con la que nos reveló su plan de amor para nuestra vida. 

Que la Virgen nos obtenga de su Hijo su capacidad de escucha amorosa de la voluntad de Dios y su generosidad, que nunca se cansó de decir "sí" a los planes de Dios sobre su vida, para responder con prontitud y alegría a las llamadas del Señor. Porque Amor con amor se paga.



viernes, 15 de enero de 2016

Conociendo a nuestro Dios

La lectura del primer libro de Samuel (8,4-7.10-22a) nos muestra la paciencia de Dios y su humildad ante la terquedad del hombre que tantas veces desea despreciando los planes y la misericordia de Dios.

Paciencia de un Dios que escucha los anhelos del corazón humano siempre y que, aún sabiendo que esas aspiraciones apuntan a la dirección equivocada, respeta la libertad de sus hijos hasta el extremo de plegarse a ella, dejándoles que recorran un camino distinto al que soñó para ellos y dispuesto a acudir en su ayuda cuando aparece en sus vidas el sufrimiento derivado del error a la hora de discernir qué rumbo seguir.

Humildad de un Dios que se deja despreciar y misericordia desbordante del Padre que olvida y está dispuesto a emplear su poder infinito para obtener bienes del mal que sigue al rechazo de su designio amoroso por parte de los hombres, envidiosos del modo de vida que un mundo apartado de Dios les ofrece.

En toda esta historia que nos relata la Palabra de hoy encontramos un hombre fiel: Samuel. Él, en medio del desconcierto y el dolor que le produjo la reacción del pueblo elegido, acudió a Dios para hacer lo que Él dispusiera. ¿Entendió Samuel el proceder de Dios en todo este asunto? Me inclino a pensar que no entendió absolutamente nada. Pero, sabiéndose un mero administrador de ese Dios providente con su pueblo, hizo lo que le pidió. 

Esto me hace pensar que al Señor le basta con que uno solo de sus hijos se mantenga vuelto a Él y dispuesto a hacer su voluntad. Ojalá que tú y yo formemos parte de esta minoría, ofreciendo nuestra pobre fidelidad al querer de Dios en favor de nuestros hermanos. Ojalá que seamos consuelo para Dios, como lo fue Samuel, en los momentos en que los que, los que viven junto a nosotros, se alejan de la casa del Padre y sufren por ello. Ojalá que nuestra vida y nuestra oración sirvan de eslabón que los una al Dios que hace tanto por nosotros y que nos ama con un amor infinito y eterno.




jueves, 14 de enero de 2016

Una Presencia todopoderosa y misericordiosa

Las lecturas de hoy nos hacen caer en la cuenta de lo que supone tener a Dios entre y con nosotros.

Tras ser vencido por los filisteos, Israel decide acudir al Señor reconociendo en Él su única fuerza (1 Samuel 4,1-11); el leproso del Evangelio (Mc 1,40-45) es curado tras rogar al Señor para verse libre de esa enfermedad terrible, que lo estigmatizaba separándolo de su pueblo.

Ojalá que tú y yo, en medio de nuestras derrotas, sepamos reconocer el poder de Dios y seamos capaces de acudir a Él sabiendo que con Él venceremos en nuestras luchas; ojalá que, cuando descubramos nuestras lepras, nos acerquemos a Jesús seguros de que nos curará.

Porque, no lo dudes, el poder de Dios se manifestará en nuestra debilidad y sus entrañas de misericordia se conmoverán ante nuestras esclavitudes y enfermedades liberándonos de ellas.





miércoles, 13 de enero de 2016

Amor

Si ayer decíamos que Jesús hablaba con autoridad porque llevaba una vida coherente hoy en el evangelio vemos esa realidad hecha actos concretos.
Todo el mensaje de Jesús se puede resumir en un apalabra: AMOR. Amor a Dios y amor al prójimo. “Curó  a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”  “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a  orar”, leemos en el evangelio de hoy.



Jesús cura a los hombres porque ama. También nosotros podemos parecernos a El si tratamos de ayudar a quien está cerca de nosotros, amigos, vecinos, hijos, gente que se cruza en nuestro camino. En ocasiones una simple palabra, una sonrisa son curativas, alivian la soledad que alguien puede estar sufriendo y un sinfín de cosas.


Jesús ora porque ama al Padre, y mantiene con El, a pesar del cansancio de la jornada y quitándose tiempo del sueño, un dialogo amoroso con el padre que le da la Vida, el Padre que lo ama, el Padre en quien confía. ¿Hacemos nosotros algo parecido? Pues a eso estamos llamados. 


martes, 12 de enero de 2016

Autoridad=Coherencia



Nos cuenta Marcos que todos quedaron admirados en Cafarnaún al escuchar a Jesús porque hablaba con autoridad (1,21-28).

Jesús tiene autoridad porque no predica nada que Él mismo no viva; porque no se predica a Sí mismo ni busca su propio interés, sino que predica al Padre y a Él señala, dando a conocer el modo en que han de vivir los hijos que andan sedientos y hambrientos de plenitud...

Y tú y yo, discípulos del Señor, cómo lo predicamos? Ojalá que aprendamos de Él para que nuestro testimonio lleve a muchos a Jesús.


lunes, 11 de enero de 2016

¿Estamos dispuestos?

Después de haber contemplado al Dios humanado hecho Niño en Belén por amor nuestro, y sumergirse en las aguas del Jordán como si fuese un pecador más, este Jesús nos dice en el Evangelio  de hoy: 
CONVERTÍOS, 
CREED LA BUENA NOTICIA, 
VENID CONMIGO. ¿Estamos dispuestos? 


Ahora ya no cantamos villancicos, ahora comienza la vida normal; dejamos las fiestas y comenzamos una nueva andadura tras Aquel que nos ha cautivado en la Cueva y sobre el que hemos visto descender el Espíritu y llamar por el Padre: "mi predilecto". ¿Qué camino seguiremos? ¿Olvidaremos todo lo vivido y seguiremos en la inercia de siempre? No, la contemplación y vivencia de tan grandes misterios nos lleva a seguirle, a creer en El, a convertirnos a su Amor. El Espíritu está de nuestro lado. Animo en este nuevo inicio. Jesús nos arrastra en su seguimiento. 

domingo, 10 de enero de 2016

Un bautismo con Espíritu Santo y fuego

Celebramos hoy, con el Bautismo del Señor  (Lc 3,15-16. 21-22), nuestro propio bautismo. Sí, Jesús, sumergiéndose en las aguas, tomó de ellas los pecados del mundo para purificarlo de ese mal y liberarlo de ese peso opresivo que había cargado sobre la humanidad la desobediencia del hombre...

Jesús, después de tomar sobre sus hombros esa carga, insoportable para cualquiera que no fuera Dios, nos obtuvo del Cielo un bautismo con Espíritu Santo y fuego que nos hace hijos del Padre en Él.

Dediquemos en el día de hoy, en medio de la relativa tranquilidad que nos proporciona el Domingo, un tiempo a hacernos conscientes de ese regalo inmenso, impagable. Y disfrutemos de la verdad incontestable de la presencia del Espíritu Santo en el hondón de nuestra alma. Desde allí trabaja dando a luz, en ti y en mí, a nuestro ser más real,. Ese ser creado, por Dios Padre, a imagen y semejanza del Hijo.



sábado, 9 de enero de 2016

Soy Yo, no temas

Termina el Evangelio de hoy (Mc 6,45-52) con una referencia a la multiplicación del pan y los peces que desvela el estado de ánimo de los apóstoles tras presenciar el milagro y, pocas horas después, ver al Señor caminando sobre las aguas. Dice textualmente el evangelista que estaban llenos de estupor "porque eran torpes para entender". A esa torpeza que les impedía "entender" lo de los panes, se sumaba el desconcierto que siguió al temor que sintieron al ver a Jesús caminando sobre las aguas encrespadas del lago. Es fácil hacernos idea de su aturdimiento... 


Y pensaba que también la torpeza hace presa en nosotros impidiéndonos "entender" las acciones del Señor en nuestra vida. Aunque esa torpeza no tiene la última palabra. Porque así como el viento se calmó cuando Jesús subió a la barca, Su Presencia en nuestra vida acalla el viento haciendo amainar los "temporales" grandes y pequeños de cada día.


Sí, del mismo modo que el Espíritu Santo, tras la muerte y resurrección de Jesús, sacudió la torpeza del corazón de los íntimos del Señor haciéndoles comprender, hará que desaparezca de nuestra vida y nos capacitará para entender Sus acciones portentosas en ella. Por eso, cuando arrecie la tempestad, espera con paz sabiendo que no es definitiva ni mucho menos; haz silencio y escucharás de los labios del Maestro su "ánimo, soy Yo, no tengas miedo".



viernes, 8 de enero de 2016

Enseñanza y petición

En el evangelio de hoy se nos dice como Jesús "se puso a enseñarles con calma". 
También a nosotros cada día, si acudimos a escucharle nos enseña con calma, pero para eso necesitamos hacer un poco de silencio, y un pequeño hueco en nuestras actividades paras sentarnos a sus pies y escuchar eso que tiene que decirnos. 

Hoy Jesús nos enseña que debemos compartir y nos pide que lo hagamos: "Dadles vosotros de comer". Eso implica dejar a un lado nuestros egoísmos y nuestras instalaciones. 

El hace el milagro, a nosotros nos pide la colaboración de que ese milagro llegue hasta todos. Animo Jesús está a nuestro lado. 




jueves, 7 de enero de 2016

Descifrando signos

San Mateo narra hoy en su evangelio el comienzo de la vida pública de Jesús en el mismo momento en que Juan es arrestado (4,12-17). Este acontecimiento, sin duda doloroso para el Señor, es interpretado por Él como señal para comenzar a predicar la conversión por la proximidad del Reino de los Cielos.

También a nosotros nos habla Dios por medio de lo que sucede a nuestro alrededor. No debemos esperar nada extraordinario; simplemente basta con prestar atención para descubrir un signo en todo. ¿Cómo hacer esto? Sin duda es una gracia pero, como todas las gracias, necesita de tu colaboración y de la mía para ser operativa.

Como nos dice la primera carta de San Juan (3,22-4,6) la garantía de que Dios permanece en ti y en mí es su Espíritu que mora en nuestro interior. Ese Espíritu es quien nos enseña y ayuda a leer los acontecimientos como mojones que delimitan el camino mostrándonos la dirección que debemos tomar. 

¿Cómo hacernos sensibles a su voz y ser capaces de descifrar las señales que nos envía? Haciendo lo que agrada a Dios: creyendo en Jesucristo y amándonos unos a otros. Cuidando esto mantendremos a punto la sensibilidad necesaria para ver en todo lo que sucede un indicador que marca el camino correcto a seguir; una señal que nos ayudará a descubrir aquello que Dios nos pide y que constituye nuestra plenitud y felicidad.



miércoles, 6 de enero de 2016

Una alegría sin tasa ni medida

Hoy, día de la Epifanía, Mateo nos presenta en su Evangelio la historia de nuestra propia vida al relatarnos la visita de los Magos a la casita de Belén (2,1-12).

Porque la travesía que tuvieron que hacer esos extranjeros hasta dar con el lugar al que se sentían llamados de un modo misterioso pero real, fue, sin duda, difícil...

En ella, como en tu vida y en la mía, hubo momentos de todo: de alegría y de energía incontenida que les hacía avanzar casi sin sentir su propio peso; de tristeza y desánimo al perder de vista la Estrella; de esperanza confiada y de desilusión ante el aparente sinsentido de su viaje en algunas ocasiones... Hubo de todo; experimentaron todo; se sintieron tentados a abandonar... pero no lo hicieron. Porque el Dios que los llamaba siempre cumple sus promesas y cumplió, con creces, las que había puesto en el corazón de los Magos cuando descubrieron el Signo del que se sirvió para atraerlos a Sí.

Fíjate bien y mira; mira a tu alrededor y mira a tu propia vida. Verás sorprendido que también Dios utilizó algo que te resultaba familiar para llamarte. Y verás, más admirado aún, cómo, a pesar de tus abandonos y olvidos, esos que te llevaron tantas veces a quedarte al margen del camino que habías descubierto para ti, sigues a día de hoy contemplando su Estrella y dejándote conducir por ella aunque a veces lo hagas a duras penas...

Detente para dar gracias con el corazón ensanchado porque sabes por propia experiencia que, aunque en algunos momentos tu Estrella se oculte, siempre está ahí y brillará de nuevo porque Dios cumple siempre lo que promete. Y a ti y a mí nos ha prometido un lugar de excepción para contemplar, desde "primera línea", el Misterio de su Encarnación. Como los Magos, nos llenaremos de inmensa alegría al ver la Estrella después de haberla perdido de vista en algún tramo del trayecto y, como ellos, adoraremos en silencio y con lágrimas de felicidad en los ojos al Niño que nos ha nacido; al Hijo que nos salva. ¡¡¡Feliz travesía!!! 



martes, 5 de enero de 2016

El Dios del encuentro

El Evangelio de Juan (1,43-51) vuelve a poner ante los ojos de nuestra alma la invitación que ayer Jesús dirigía a los dos apóstoles y que hoy aparece en labios de Felipe: "Ven y verás".

El relato evangélico nos presenta el diálogo en el que Felipe anuncia a su amigo Natanael que ha encontrado al Mesías esperado en Jesús de Nazaret. Este diálogo, siguiendo la narración de Juan, es inmediatamente posterior al "sígueme" que el Maestro ha dirigido a Felipe.

"Ven y verás". Estos dos verbos nos indican el movimiento con el que cada uno nos hemos acercado y hemos descubierto al Señor. Él nos llamó y a Él hemos ido y vamos cada día por medio de su Palabra y de la Eucaristía para verLe, para vernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo que nos rodea desde Él. Y hacen referencia también al modo en que tenemos que acercar a otros a Jesús: dejando las moralinas, las enseñanzas y las lecciones para presentar a los que conviven con nosotros al Señor, vivo y presente a nuestro lado en medio de nuestro ajetreo diario.  

Por eso, antes de anunciarlo, tenemos que tratarlo, amarlo y conocerlo. Esto no se hace "de una vez"; cada día hemos de cultivar ese trato de intimidad con Jesús, esos momentos de encuentro con Él en los que lo amamos y nos hacemos conscientes de su amor; un encuentro que facilita el conocimiento del Señor con el estudio y la lectura orante de Su Palabra...

Ojalá que tú y yo intentemos con toda nuestra alma vivir esto. Así el Espíritu, obrando en nuestro interior, nos hará capaces de servir de guía a muchos, como aquel día hizo con Felipe, para que se encuentren con Jesús, el Único que da sentido a nuestras vidas.



lunes, 4 de enero de 2016

Ir tras Él para vivir de otra manera

Me gusta imaginar cómo Andrés y Juan seguirían aquel día los pasos de Jesús tras escuchar al Bautista; me encanta imaginar la cara del Señor al girarse para hacerles la pregunta: "¿Qué buscáis?" (Jn 1,35-42).

Y pensaba que tú y yo, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, siempre vamos buscando; y, al buscar, Le buscamos...

Detente hoy unos minutos para contemplar el rostro de Jesús y escuchar su voz preguntándote qué es lo que buscas. Párate para responderLe porque, lo sepas o no, no dejas de buscarlo a lo largo del día.

Buscas al Señor cuando te sientes decepcionado por las personas y los acontecimientos deseando que las cosas sean de otra manera; buscas al Señor cuando disfrutas hasta de las cosas más pequeñas y no sabes cómo agradecerlas; buscas al Señor cuando sientes que algo te impulsa a hacer el bien... y lo haces! O cuando no lo haces y desearías hacerlo; lo buscas en tus pequeños y grandes fracasos porque es en medio de ellos donde saboreas lo limitado de tu vida; y en tus éxitos cuando deseas que esos momentos de gloria durasen para siempre. ¡¡¡En todo y en todos buscas al Señor!!! ¿No te das cuenta?

Hoy quiero decirte una cosa al oído: cuando, en medio de esas búsquedas cotidianas, caes en la cuenta de que Él se ha vuelto hacia ti para preguntarte qué es lo que buscas; cuando Le descubres en cada movimiento de tu corazón, entonces se produce el milagro de su llamada invitándote a seguirLe. Te aseguro que, si lo haces, las cosas seguirán siendo iguales y las personas las mismas; continuarás sufriendo y riendo de la misma manera... pero la vida habrá cambiado de color y los sabores serán distintos... ¿Por qué no pruebas...?



domingo, 3 de enero de 2016

Dios con nosotros

Hoy la liturgia nos anima a alabar al Dios que ha querido vivir entre nosotros. 

Esta verdad inabarcable escapa a nuestros corazones y mentes limitados. Por eso, ante ella corremos el riesgo de acostumbrarnos al Misterio creyendo que lo tenemos plenamente asimilado cuando, en realidad, ni siquiera hemos empezado a intuirlo.

Sí, como si de un mecanismo automático de defensa se tratara, lo que nos supera es empequeñecido hasta nuestros límites finitos para podernos hacer con ello. Y es que nos cuesta "perder pie", sentirnos envueltos y arrastrados por lo que no alcanzamos a comprender.

Vamos a dejarnos llevar y arrastrar por el Misterio de la presencia de Dios entre nosotros que nos envuelve en un abrazo misterioso pero real; un abrazo que nos capacita para crecer cada día un poco en la profundización de la Verdad del Dios encarnado cuya delicia es estar con los hijos de los hombres.



sábado, 2 de enero de 2016

Una Verdad básica

Hoy la liturgia nos habla de la Verdad primera y fundamental que es Jesús, el Señor. La siguiente verdad que nos ayuda a edificar nuestra vida sobre los cimientos adecuados, por verdaderos, consiste en reconocer, precisamente, que Jesús es el Cristo, tal y como afirma San Juan en su primera carta (2,22-28). También nos da el apóstol la "garantía" para andar en verdad que no es otra que la presencia del Espíritu en nosotros. En esa "escuela interior" aprenderemos a no engañarnos ni engañar a los demás. Sí, la permanencia en Jesús es posible por la escucha de su Espíritu y la docilidad a sus indicaciones.

A veces se nos puede presentar la tentación de aprovecharnos de alguna mentira para obtener un beneficio o de ampararnos en alguna falsedad para salir airosos de determinadas circunstancias. Nada de esto hizo el Bautista cuando se acercaron a preguntarle acerca de su identidad (Jn 1,19-28). El Precursor, asistido por el Espíritu Santo, siempre supo contestar lo que debía y como debía. 

Ojalá que tú y yo nos dejemos auxiliar por el Divino Huésped para ser fieles al Señor; ojalá puedan decir de nosotros que somos auténticos y veraces porque hayamos edificado nuestra vida -o procuremos hacerlo al menos- sobre la Verdad básica que es Jesús y tratemos de ser coherentes con nuestra realidad de seguidores suyos.



viernes, 1 de enero de 2016

Ver más allá para adentrarnos en el Misterio

El Evangelio de hoy nos habla de la visita de los pastores al portal (Lc 2,16-21). Nos cuenta Lucas que llegaron donde estaban el Niño y sus padres y contaron lo que les habían dicho de aquel Niño maravillando a los que lo oían. Después se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído tras encontrar todo como les habían dicho.

Me impresiona la capacidad y la sensibilidad que Dios otorgó a estos pastores para que pudieran no sólo ver, sino contemplar lo que les había sido anunciado de su parte. Ellos, que habían escuchado la buena noticia, fueron capaces de ver y oír lo que les habían dicho en algo que, en principio era de lo más corriente: un recién nacido en medio de la más absoluta pobreza -nada extraña para estos hombres- junto a su padre y su Madre. Y después de contemplar se marcharon alabando y glorificando a Dios.

Hoy, primer día del año, pido al Señor que nos conceda ver más allá de todo lo que acontece a nuestro alrededor para descubrir en lo cotidiano el cumplimiento de eso que nos anuncia. Y que, una vez contemplado, nos regale la gracia de alabarlo y glorificarlo por lo bien que lo hace todo.

La Virgen guardó en su corazón los detalles de esta visita inesperada a la gruta de Belén para volver una y otra vez sobre ellos. La Madre no podía dejar de ver en todo lo que sucedía el cumplimiento de las promesas del Ángel que le anunció su divina maternidad. Sabemos que es Ella la predilecta de Dios. Por eso estamos seguros de que el Señor no nos negará un regalo que queremos hacer a Nuestra Madre a lo largo de este año recién estrenado: que nos haga capaces de penetrar en el Misterio del Verbo hecho carne contemplando, con hondura y profundidad, lo que puede parecernos en un principio anodino y cotidiano. Así podremos alegrar el corazón de Nuestra Madre al ver la acción de la gracia de Dios en nuestra vida y nuestra pobre pero entregada correspondencia. Que como los pastores seamos hoy y cada día de este año un motivo de alegría para la Virgen Madre. ¡¡¡Feliz y santo 2016!!!