jueves, 14 de enero de 2016

Una Presencia todopoderosa y misericordiosa

Las lecturas de hoy nos hacen caer en la cuenta de lo que supone tener a Dios entre y con nosotros.

Tras ser vencido por los filisteos, Israel decide acudir al Señor reconociendo en Él su única fuerza (1 Samuel 4,1-11); el leproso del Evangelio (Mc 1,40-45) es curado tras rogar al Señor para verse libre de esa enfermedad terrible, que lo estigmatizaba separándolo de su pueblo.

Ojalá que tú y yo, en medio de nuestras derrotas, sepamos reconocer el poder de Dios y seamos capaces de acudir a Él sabiendo que con Él venceremos en nuestras luchas; ojalá que, cuando descubramos nuestras lepras, nos acerquemos a Jesús seguros de que nos curará.

Porque, no lo dudes, el poder de Dios se manifestará en nuestra debilidad y sus entrañas de misericordia se conmoverán ante nuestras esclavitudes y enfermedades liberándonos de ellas.