viernes, 22 de enero de 2016

Un mar sin orillas

La primera lectura (1Samuel 24,3,21) nos recuerda el respeto con el que David trata a Saúl, el rey ungido por el Señor, a pesar de que éste lo persigue para quitarle la vida.

Me impresiona el modo de proceder de David, que aparca cualquier tipo de desavenencia, ignorando los propósitos homicidas del rey, porque le sabe elegido por Dios. Y es que, como nos recuerda el Evangelio de hoy (Mc 3,13-19) Dios elige a los que Él quiere. Esta elección no tiene réplica porque Sus planes no son los nuestros y nos superan tanto, tanto, que somos incapaces de entenderlos. Por eso parece increíble que, sabiendo como sabemos que esto es así, nos atrevamos a enmendar la plana al Único que hace bien todas las cosas. ¿Cabe osadía mayor que ésta?

David asume la elección de Dios que ha ungido a Saúl y, fiado en la Providencia de su Dios, responde a la gracia que Él le da para aceptar sus proyectos de amor sobre su pueblo. Sí, David, acogiendo con fidelidad la gracia que le permite responder a Dios como Dios espera de él, entra libremente en Su plan sin dudar de que ese Dios en quien cree y espera todo lo hace bien.

También a ti y a mí nos ha elegido el Señor; ese mismo que llamó a los discípulos nos llamó y nos sigue llamando, a nosotros y a cada uno de quienes nos rodean. Ojalá que, como David, aprendamos a dejarnos iluminar por Su Espíritu para aceptar sus designios amorosos sobre nuestra vida asumiendo lo que ésta nos trae sin juicios, sin resistencias, aprovechando toda la gracia que está volcando sobre nosotros para podamos empezar a ver todo con sus ojos. 

Porque todo está bien; sólo tenemos que aprender a descubrirlo. Y entrar en el plan de Dios es participar en la hazaña más apasionante de nuestra existencia, es adentrarse en un mar sin orillas estando dispuesto a dejarse llevar por la corriente del Espíritu hasta donde el Espíritu nos lleve. 

¿No te animas a abandonar tus puntos de vista y tus seguridades para dejar toda la iniciativa a Dios? ¿Te vas a perder la mejor aventura de tu vida empeñado en encajar a cada persona y cada acontecimiento en tus estructuras mentales limitadas, pobres y obsoletas? Estate seguro de que, si deseas dejarlas, Dios te dará las suyas...