jueves, 28 de enero de 2016

Una competición saludable

Hoy Jesús nos anima a poner al servicio de los demás todo lo que nos ha dado. Porque, de la misma manera que no se pone el candil bajo la cama sino en el candelero para que alumbre a todos, los dones que su generosidad nos ha regalado han de ser puestos al servicio de los demás (Mc 4,21-25). Eso hizo Tomás de Aquino, cuya fiesta celebramos hoy. Él, que no sólo brilló sino que, además, iluminó, sigue alimentando a la Iglesia con su enseñanza y su doctrina.

Y es que, cuando administramos bien lo que Dios nos ha dado, vemos con asombro cómo se benefician de todo eso los que nos rodean. Y, de una manera inexplicable, sentimos que recibimos más para seguir dando. Sí, las gracias no sólo no se agotan, sino que, al darlas, se multiplican.

Releyendo la lectura de ayer del segundo libro de Samuel, que continúa hoy con la oración de David agradeciendo al Señor la promesa que ha hecho a su casa y pidiéndole que sea fiel a la misma (2Samuel 7,18-19. 24-29), pensaba que al Señor le encantan estas competiciones de generosidad... porque siempre las gana. Sí, por mucho que creamos haberLe dado, siempre nos descoloca porque se vuelca superando hasta límites insospechados nuestras pobres ofrendas. Anímate a participar en estas competiciones divinas: Dios dilatará tus deseos de entrega y, poquito a poco, se irá convirtiendo en el único amor de tu vida. ¿Te atreves a competir?