martes, 26 de enero de 2016

¡¡¡Siempre es fiesta!!!

La primera lectura que hoy nos propone la liturgia (2Samuel 6,12b-15. 17-19) nos relata el traslado del Arca de la Alianza, desde la casa de Obededón hasta la tienda que le había preparado el rey David, en medio de una gran fiesta. Y es que, pensaba, tener a Dios en medio de nosotros es motivo de fiesta perpetua.

Sí, David danzaba ante el Señor sin poder contener su alegría y celebró la Presencia de su Dios en medio del pueblo elegido con la magnanimidad que tal hecho merece.

Jesús aún va más lejos en las palabras que hoy pronuncia para ti y para mí en el Evangelio de Marcos (3,31-35): somos hermanos y hermanas suyos... ¡hasta madres del Hijo! si hacemos la voluntad de Dios.

Estas dos palabras, "voluntad de Dios", son un misterio siempre abierto a ser explorado a lo largo de nuestra vida aunque, el Dios bueno que es Padre, nos ha dado la pista que nos coloca al principio de esa senda que nos devolverá de nuevo a Su Casa, que es la nuestra: su voluntad es que todos los hombres se salven y le conozcan. O, lo que es lo mismo: que conociéndoLe se salven y que salvándose Le conozcan.

¡¡¡Nuestro Dios está en medio de nosotros y es un Dios que salva!!! Todo lo demás son menudencias, fruslerías... ¿Dejaremos que esas "cositas", por mucho que nos hagan sufrir en determinados momentos, nos amarguen aguándonos la fiesta? No les demos más poder del que en realidad tienen, que no es ninguno: porque Dios está contigo y conmigo, con el mundo entero, para hacer fiesta con sus hijos. ¿O no recuerdas que es su delicia estar con los hijos de los hombres?