miércoles, 30 de septiembre de 2015

Ser Su descanso...

Vamos a intentar hacernos eco del sentimiento de Jesús expresado en el evangelio de hoy (Lc 9, 57-62) cuando afirma que el "Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza"...

Sé que Jesús no dice esto a modo de queja o necesidad. Pero yo quiero pensar esta mañana que quizá, en algún momento al menos, echara de menos ese hogar o refugio al que había renunciado en favor de la misión que el Padre le encomendó.

Quiero pensarlo porque deseo ser para Jesús ese hogar, ese regazo cálido en el que pueda refugiarse de las insidias de sus enemigos, en el que pueda descansar del duro "trabajo" de anunciar el Reino, en el que pueda reponer las fuerzas gastadas en su darse del todo y continuamente... 

¿No deseas ser algo así como la casita de Nazaret a la que, sin duda, Jesús regresó en algunos momentos de su vida pública? ¿No te gustaría ser el hogar de los amigos que el Señor tenía en Betania? Piénsalo en Su Presencia y anímate... sabiendo que Él puede aparecer en cualquier momento del día, cansado del camino, en las personas que se acerquen a ti buscando tu compañía, tu apoyo, tu consuelo... ¡¡¡Piénsalo y anímate a brindárselo con toda tu alma!!!



martes, 29 de septiembre de 2015

Los tres Arcángeles




¡¡¡Qué transparencia y autenticidad la de Natanael!!! Esa forma de ser arrancó a Jesús una alabanza que deseo también para ti y para mí. Porque esa sinceridad limpia y cristalina llevó al apóstol a reconocer rápidamente en el nazareno que tenía delante al Hijo de Dios, al Rey de Israel (Jn 1, 47-51).

La vida es un camino que, si se recorre en el intento de avanzar manteniendo la orientación hacia Dios, nos lleva a una progresiva descomplicación, a un ir ganando en sencillez y transparencia. En ese camino no estamos solos. Dios ha querido que contáramos con la ayuda inestimable de sus ángeles para hacernos cada día más verdad, más y más semejantes a la Verdad que es Él mismo.

Hoy pido a Rafael que nos conduzca por el camino adecuado y que sea para nosotros medicina en nuestras enfermedades; a Gabriel que nos haga saber qué quiere el Señor de nosotros en cada momento; a Miguel que nos defienda de los peligros del camino. Con estos Tres Acompañantes podemos caminar tranquilos, muy tranquilos. ¡¡¡Feliz día de Arcángeles!!! ¡¡¡Feliz día de Cielo!!! 


lunes, 28 de septiembre de 2015

Acoge lo pequeño...


Hoy Jesús nos da otra "clave" para vivir la vida que ha querido proponernos con su encarnación (Lc 9, 46-50). "El que acoge a este niño en mi nombre...".


Un niño no siempre es oportuno, llama continuamente nuestra atención, requiere de nuestros servicios, invade nuestra "intimidad", nos obliga a cambiar planes y a renunciar a cosas... Pero es que, además, a veces irrumpe con egoísmo en nuestra vida y, si no está bien educado, se comporta como un auténtico tirano. 

Piénsalo bien... y presta atención a todos los "niños" de  "fuera" y de "dentro", porque también descubriremos rasgos infantiles idénticos o similares a los que he tratado de enumerar en nuestro propio interior. Préstales atención para no perder todas esas oportunidades de acoger al mismo Jesús. 

Aún más, disponte para abrazar tu inmadurez y esas "cosillas" que te avergüenzan, porque desdicen de una persona adulta, agradeciéndolas porque te hacen pequeño y los pequeños son los más importantes en la jerarquía particular de Jesús. Abraza todo esto sin que ese abrazo te impida luchar para hacerte mayor y ser tú quien acoja en lugar de tener que ser acogido por otro recordando esas  otras palabras de Jesús: hay más alegría en dar que en recibir... ¡¡¡Feliz día!!!


domingo, 27 de septiembre de 2015

¿Estás dispuesto?

Jesús nos anima hoy en el evangelio (Mc 9, 37-42) a liberarnos de cualquier estorbo que impida que nuestra vida vaya siendo, a medida que transcurre el tiempo, más semejante a la suya.

Tú y yo hemos sido llamados a entrar en la Vida que es Jesús. Este "entrar" se actualiza cada vez que, mirándoLe, tratamos de imitar su ejemplo.

Sabemos que no es posible ir a Dios sin nuestro esfuerzo aunque este esfuerzo no sea el camino para llegar a Dios. ¿Entonces? ¿En qué quedamos? ¿Cuál es la finalidad de ese esfuerzo que, sin duda, el Señor nos pide a ti y a mí? La finalidad no es otra que la de descubrir su inutilidad para abrirnos a Su gracia.

Pido para ti y para mí en este Día del Señor que nos esforcemos al máximo para comprobar que todo eso es inútil y, bien abrazados a esa frustración, nos presentemos ante Dios como el mendigo lo hace ante aquel de quien espera una limosna a la espera de dejarnos bañar e inundar por su gracia. ¡¡¡Feliz y santo Domingo!!!




sábado, 26 de septiembre de 2015

PregúntaLe...

Como entonces sucedía con sus más íntimos, Jesús continúa compartiendo "sus cosas" con los que deseamos vivir cerca de Él (Lc 9, 43b-45). Y también como sucedía a los discípulos, muchas veces a ti y a mí nos resulta difícil entender lo que Jesús pretende decirnos.

Intuyo en este fragmento del evangelio de Lucas una necesidad imperiosa del Señor del apoyo de los suyos para sobrellevar el peso del momento definitivo de su entrega ya cercano. ¡La vulnerabilidad de nuestro Jesús! ¡La entrañable necesidad que Dios ha querido tener, por pura misericordia, de ti y de mí!

Sí, Jesús quiere decirte hoy algo. Y como es posible que no consigas entender, te animo a estar muy atento a los "signos" que te enviará a lo largo del día para facilitarte ese entendimiento. No tengas miedo de preguntarLe lo que no entiendas; Él está deseando compartir tus cargas que son las Suyas y contar con tus hombros para depositar en ellos algo de la que soporta Él.



viernes, 25 de septiembre de 2015

¿Quién soy para ti?

Interesa hoy a Jesús que respondamos a su pregunta: "¿quién soy para ti?". 

Y yo, Señor, no dejo de impresionarme porque esta cuestión te interese tanto. ¿Es posible que Tú, Dios, necesites saber qué pienso de Ti? Parece que sí que lo es porque tu pregunta es clara y necesitas escuchar mi respuesta, Señor.

Ante un Dios vulnerable que necesita de ti y de mí solamente cabe frenar en seco el ritmo tantas veces frenético de nuestro día, hacer silencio y hacernos conscientes de esa Presencia amorosa que siempre está junto a nosotros y que nos reclama.

Tómate tu tiempo para responder a Jesús. Dile Quién es para ti. Quedarás vivamente sorprendido del bien que te hace responder a su pregunta. Porque Él todo lo que hace lo hace para bien tuyo. Prueba y verás... Merece la alegría dejar todo de lado por unos instantes para disfrutar de la Presencia de Jesús.


jueves, 24 de septiembre de 2015

Escucha tu corazón...

Hablando de Herodes nos dice hoy Lucas en su evangelio (9, 7-9) que el rey se preguntaba quién sería Ese de quien oía tales cosas y tenía ganas de ver a Jesús.

Y es que el Señor se ha encargado de poner en lo más profundo de tu ser y del mío, del ser de cada hombre, el deseo de Él. Está ahí esperando a ser descubierto porque, como todo lo que procede de Dios, es discreto, escrupulosamente respetuoso con la libertad de su criatura.

La mayor aventura que cabe esperar en esta vida es emprender el ascenso -que también es descenso a lo profundo- animados por ese deseo que se deja descubrir en el silencio y la soledad y que crece a medida que le damos cabida en nuestro proyecto vital.

De ti y de mí depende secundarlo con rectitud y limpieza de corazón para no hacerlo objeto de mera curiosidad, como le ocurrió a Herodes, para dejar que brille en todo su esplendor ofreciéndonos la luz que nos permitirá ir en pos de él. Ojalá tú y yo nos atrevamos a escuchar hoy este deseo de Dios y nos pongamos en marcha haciéndolo el protagonista de este día que nos ha regalado el Señor para ser felices dándole gloria.



miércoles, 23 de septiembre de 2015

Bien pertrechados para caminar...

Lucas nos cuenta en su evangelio cómo fue el primer envío de los Doce a proclamar el Reino de Dios y a curar todo tipo de enfermedades (Lc 9, 1-6). Jesús se conduce de la misma manera hoy y ahora contigo y conmigo.


Antes de enviarnos, llena nuestra mochila con su gracia, siempre proporcionada a la misión que nos va a encomendar en el día que acabamos de empezar. Luego nos anima a ponernos en marcha.


Esta "puesta a punto" se realiza en la oración, en esos momentos de intimidad con Él en los que nos "ponemos a tiro" para dejarLe hacer en nosotros. Luego nos envía a nuestras tareas bien preparados para las sorpresas que, sin duda, nos deparará la jornada.

Nos dice lo mismo que dijo a los Doce: que no tenemos que llevar nada para el camino. Él se encarga de todo. Y yo le preguntaba esta mañana: "Señor, ¿de qué manera te encargas?". Quizá el Señor nos aconseje no llevar nada porque es Él quien va a actuar en y a través de ti y de mí si le dejamos...

Ojalá seamos conscientes de esta acción de Dios invocando su Nombre a lo largo del día; trayéndolo a nuestra memoria cuando el ajetreo cotidiano nos lo permita.


martes, 22 de septiembre de 2015

La mirada de Jesús

El evangelio de hoy (Lc 8, 19-21) nos presenta la escena en la que algunos de los parientes del Señor, acompañados por su Madre, acuden al lugar al que está predicando para hablar con Él. Y es tanto el gentío reunido en torno a Jesús que tienen que mandarle recado de que están ahí porque les resulta imposible acercarse al Maestro.

La respuesta del Señor a aquel que le anuncia la presencia de su familia va dirigida hoy a ti y a mí porque la Palabra de Dios se actualiza cada vez que nos enfrentamos al texto con el propósito de escuchar la voz del que es la Palabra. Quien nos hace escuchar esa Palabra viva como dicha para nosotros, pronunciada para iluminar nuestro hoy y nuestro ahora es el Espíritu Santo. Bajo su guía nos ponemos para dejarnos conducir por Él en esa aventura que supone meditar la Palabra de Dios.


Vamos a imaginarnos a Jesús cuando da la respuesta que ya conocemos ante la noticia de que sus parientes han llegado y desean verlo. Mateo, en el pasaje paralelo (12, 46-50), apunta que el Señor señaló con su mano a los que tenía alrededor al responder; Marcos (3, 34) menciona que Jesús miró a los que estaban sentados a su alrededor.


Te invito a parar aquí la escena y a detenerte en la mirada de Jesús. Mírale a los ojos mientras te dice que eres su madre y su hermano si escuchas su Palabra y la pones por obra. No te importe detenerte en esa mirada todo el tiempo que haga falta. Te aseguro que en ella encontrarás la gracia y la fuerza para hacer eso que el Señor te dice. Sí, bebe de esa mirada para absorber la sabiduría que te acompañará en la escucha de esa Palabra y la fortaleza que hará realidad esa Palabra en tu vida. Porque la Palabra de Dios es eficaz y realiza lo que dice siempre y cuando tú y yo dejemos a Jesús ser Dios en nuestra vida. 


lunes, 21 de septiembre de 2015

Don y gracia

Jesús nos llama hoy a ti y a mí como un día hizo con Mateo (Mt 9, 9-13). Esa llamada que convirtió al publicano en apóstol no ha perdido vigor; sigue siendo la misma: enérgica, poderosa, arrolladora. El que responde a ella es capacitado por Jesús para realizar en el mundo la misión que el Corazón de Dios ha pensado para él. Como sucedió con Mateo. Y, también como sucedió en la vida del apóstol, sabemos que, respondiendo a esa llamada personal y única  del Maestro, colaboramos activamente en el progresivo retorno de los hombres y la creación entera al Padre del cual salió todo lo que existe.

Podemos estar tranquilos: con el don de la llamada Jesús nos da la gracia suficiente para hacerlo realidad como afirma Pablo en su carta a los Efesios (4,1-7. 11-13). Sólo tenemos que levantarnos de la "mesa" en la que andamos liados en nuestros negocios y seguir al Señor como aquel día memorable hizo Mateo. El Señor se encargará del resto dando contenido a una aventura apasionante que nos hará llorar de alegría muchas veces al contemplar las maravillas que no cesa de hacer en nuestras vidas. Porque Él nunca, nunca, se deja ganar en generosidad. Si no, prueba y verás...



domingo, 20 de septiembre de 2015

Para servir, servir.

La invitación que Jesús nos hace hoy es la del servicio (Mc 9, 29-36). Para vivir sirviendo tenemos un modelo al que imitar: Jesús mismo. Basta mirar a su vida para saber cómo hemos de conducirnos en la nuestra.

Pienso, sin embargo, que a menudo reducimos lo que el Señor nos pide a una serie de comportamientos que podríamos incluir en un cajón etiquetado "hacer favores". Es una tendencia humana esta de achicar lo que nos viene grande para poder abarcarlo. Por eso identificamos este vivir sirviendo que Jesús indica como la manera más auténticamente humana de vivir con la ejecución de servicios de cualquier índole que hacen la vida más agradable a los que tenemos cerca. Sin duda que esto es algo pero queda muy lejos del todo ya que la referencia es la vida del Señor.

Sin duda que Jesús hizo "favores" mayúsculos a sus contemporáneos -basta recordar alguno de sus muchos milagros- y continúa haciéndonoslos hoy a ti y a mí -cuántas experiencias personales de esto-, pero todo esto no es sino mera manifestación de algo infinitamente más profundo: el amor inmenso que el Señor nos tiene. Porque su "servicio" empezó por un abajamiento impensable para nosotros con la encarnación y, pasando por el acto de mayor entrega jamás soñado, su muerte en la Cruz, culminó en su presencia resucitada y resucitadora en medio de nosotros sosteniendo nuestra existencia, alentando nuestras luchas, sanando nuestras heridas... recapitulando en Sí todas las cosas que ya han empezado en Él a ser devueltas al Padre.

Llegamos al punto de siempre: al amor. El servicio es amor. Y si bien es cierto que éste se ha de materializar por fuerza en comportamientos y acciones puntuales, de poco servirán los mismos -¡tantas veces son trampas que esconden un activismo enfermo o un afán desmedido porque nos consideren!- si no manan de la fuente del Amor que es Cristo viviendo en lo más profundo de nuestro ser. Dejar emerger al Señor que mora en lo más íntimo de ti y de mí. Ésta es la cuestión. Para eso es necesario tratarlo en esa intimidad silenciosa que nos pone a tiro para que su Espíritu vaya haciendo su obra en nosotros, es decir, nos vaya haciendo más y más semejantes a nuestro Modelo. 

Sólo tenemos que hacer una cosa: recibir la Sabiduría que viene de arriba -Jesús mismo-, esa de la que Santiago nos dice que es pura, amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera (St 3, 16-4,3.). Porque, no lo olvides, el protagonista es Él, el que debe actuar en tu vida y en la mía es Él, el que ha de amar en ti y en mí es Él. Ojalá nuestra vida sea un aprendizaje que nos lleve a no estorbar su presencia y su acción en y a través de nosotros. Sólo así aprobaremos el último examen, ese en el que se nos examinará del amor...



sábado, 19 de septiembre de 2015

La mejor tierra...

Jesús nos explica hoy la parábola del sembrador (Lc 8, 4-15) para que, en su presencia y ayudados por la luz del Espíritu Santo, tú y yo echemos un vistazo a nuestra tierra. Podemos estar seguros de que, si queremos y le dejamos, Él hará el milagro de convertirla en terreno capaz de acoger su Palabra.

Damos gracias a Dios en el día que comienza porque nos ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios. Sólo tenemos que hacer silencio y poner atención a sus enseñanzas que resuenan, con ecos siempre nuevos, en lo más profundo de nosotros mismos.

Escuchar, guardar y dar fruto perseverando: estas son las "acciones" que Jesús atribuye a la tierra buena. Sabemos que una persona hizo esto a la perfección, con una delicadeza exquisita... María, nuestra Madre, es Maestra en la escucha y la custodia de la Palabra que fructificó en sus entrañas purísimas haciéndose Hombre para los hombres. A Ella, la mejor de las "tierras", encomendamos la nuestra para que la trabaje con diligencia amorosa y la convierta en un espléndido vergel que haga las delicias de su Hijo.





viernes, 18 de septiembre de 2015

Seguir a Jesús


Nos relata hoy Lucas en su evangelio (8, 1-3) que Jesús contaba con la compañía de los Doce y de algunas mujeres mientras iba de pueblo en pueblo predicando la Buena Noticia del Reino de Dios.


El evangelista apunta que las mujeres que formaban parte del círculo más cercano a Jesús lo ayudaban con sus bienes...

Tú y yo hemos recibido del Señor todo lo que somos y tenemos. Y, por gracia inmerecida, sabemos que todo eso alcanzará su medida plena solamente si lo devolvemos a Jesús poniéndolo a su servicio. 

Hoy podemos comenzar de nuevo a seguirlo reanimando nuestro paso, caminando tras Él con alegría y agilidad dejando que Jesús haga con nuestro día -nuestro tiempo, nuestras actividades, nuestro descanso, nuestros encuentros...- lo que Él quiera. Sabemos que dejando todo en sus manos contribuiremos a la propagación de la Buena Noticia del Reino allí donde estemos.

jueves, 17 de septiembre de 2015

En casa de Simón

Hoy tú y yo, invitados por Jesús, vamos a acudir a casa de Simón el fariseo (Lc 7, 36-50). Allí, situados discretamente en un extremo de la sala desde el que podemos ver sin ser vistos, nos disponemos a contemplar la escena que nos relata el evangelio.

Es difícil contener la emoción mientras la mujer unge los pies del Señor. Ojalá tú y yo nos conmovamos ante este acto de amor hasta el punto de imitar este gesto que tanto agradó a Jesús. Aturdidos por el perfume embriagador y por la belleza de la escena escuchamos la voz dulce y firme del Señor. También nos pregunta hoy a ti y a mí quién pensamos que ama más: uno al que se le ha perdonado algo u otro a quien se le perdonó mucho más...

Acoge entonces la invitación de Jesús a echar un vistazo a tu vida, que Él se encarga de iluminar con la luz de su Espíritu, para entender no sólo lo mucho que te ha perdonado, sino aquellas ocasiones en las que ha brillado su poder de Dios ante tu propia fragilidad cumpliéndose en ti, a pesar de ti mismo, su voluntad amabilísima. Estoy segura de que saldrá de tu corazón una adoración espontánea ante  esas manifestaciones de Dios en tu vida.

Permíteme unirme a tu acción de gracias por las acciones magníficas que el Señor ha realizado en tu vida; permíteme acompañarte para que, postrados ante Él, le amemos dándonos del todo, rompiendo el frasco de nuestro perfume para no retener nada de lo que sólo a Jesús pertenece.



miércoles, 16 de septiembre de 2015

Todo lo ha hecho bien...

Vamos a hacernos eco de la queja de Jesús en el evangelio de hoy (Lc 7, 31-35) para dejar que nos sacuda en lo más hondo acogiendo su interpelación.

Tú y yo también somos como la generación de Jesús: nada nos parece bien; a todo ponemos pegas. Y esto a todos los niveles. Y, si bien es cierto que prácticamente todo es mejorable, este hecho no debe ser obstáculo para descubrir en cada acontecimiento, en cada persona, suceda como suceda y sea de la forma que sea, una llamada del Señor que nos invita a mejorar, que nos ayuda a crecer si estamos dispuestos a acogerla y secundarla.

Porque Jesús está pendiente de cada detalle de tu vida y de la mía; nada escapa a su mirada atenta y, porque es Dios, tiene el poder de sacar de absolutamente todo -lo grande y lo menudo que acontece en la cotidianidad- algo no sólo bueno sino buenísimo para ti y para mí en tanto que empleado por el Espíritu para irnos modelando según Jesús; para ir definiendo en nosotros su imagen que gana en nitidez a medida que asumimos todo lo que nos pasa por dentro y por fuera compartiéndolo con Jesús.

Hoy Le pido para ti y para mí que nos dé la Sabiduría que nos permitirá ver nuestra vida pasada y nuestro presente a la luz de la fe y, precisamente por eso, nos capacitará para descubrir que todo, absolutamente todo, está bien porque el que ha hecho bien todas las cosas se esmera de manera especial para que todo nos conduzca a la plenitud que es Él mismo.




martes, 15 de septiembre de 2015

Recibe a tu Madre

Vamos a disponernos hoy a recibir el regalo que Jesús nos hace desde la Cruz cuando nos da a su Madre como Madre nuestra (Jn 19, 25-27). Para eso vamos a acompañarla en su soledad al pie del patíbulo en el que murió su Hijo para rescatarnos a ti y a mí, a todos los hombres, del pecado y de la muerte.


Allí está María, firme, en pie, rota por el dolor pero serena siendo apoyo para su Jesús agonizante. Ponte a su lado y recibe, tal y como hizo Juan, la maternidad que el Señor te regala en Ella. Recibiendo a María como Madre, recibirás todo lo que trae consigo la que fue sola y totalmente de Dios.


Mantente a su lado abrazándola y recibe con la Madre su disponibilidad y su aceptación alegre y pronta a los planes de Dios para Ella; recibe su "sí" fiel a la voluntad divina mantenido con fidelidad inquebrantable a lo largo de toda su vida, actualizado cada segundo de su existencia; recibe su perseverancia junto al Hijo en el momento supremo de su último acto de entrega y durante toda su vida a pesar de no entender en tantas ocasiones, de sufrir la ausencia del Hijo, de saberlo perseguido y calumniado...; recibe su confianza ilimitada en la Providencia; recibe de Ella su fortaleza capaz de soportar lo insoportable por amor.

Sí, hoy Jesús nos dice, señalando a María, que es nuestra Madre. ¿Qué haremos tú y yo para recibirla en nuestra casa...?




lunes, 14 de septiembre de 2015

Contemplar la Cruz

Jesús nos dice hoy a ti y a mí lo que un día dijo a Nicodemo (Jn 3, 13-17): el amor que Dios nos tiene es tan grande, tan exageradamente inmenso, que no se contentó con demostrárnoslo de cualquier forma sino que, para que nos hiciéramos cargo de lo mucho que nos quiere, entregó a su Hijo para que todos los que crean en Él se salven.

Jesús, es elevado sobre la tierra y, pendiendo de un madero, nos devuelve la libertad, nos obtiene la salvación. Sólo pone una condición para que esta salvación se actúe en tu vida y en la mía: creer. La vida eterna es cuestión de fe.


Ponte muy cerquita de María y, junto a Ella, mira a Jesús clavado en la Cruz. La Madre te obtendrá del Cielo la gracia de que tu mirada llegue a ser una mirada contemplativa. Así, contemplando a Jesús con la ayuda de la Virgen, dile que crees lo mucho que te quiere; que crees que todas tus debilidades, límites, carencias y pecados han sido asumidos por su amor, el único capaz de hacer semejante cosa; que sabes que todo eso que menos te gusta de ti es transformado por su amor si lo abandonas en sus manos cosidas con clavos al árbol, ese árbol que se convirtió en signo de salvación en el mayor acto de entrega jamás soñado. 

Sí, el amor de Jesús, un amor llevado hasta el extremo, transformará todas esas miserias en motivo de gloria para ti y de alegría para Él porque son esas miserias las que te hacen reconocer tu dependencia del amor de Dios y las que Le dejan ser Dios en tu vida. Porque nadie excepto Dios puede transformar el mal en bien. Y Jesús lo hace redimiéndote de todo lo que te esclaviza y anula y haciendo de eso causa de unión íntima del redimido con su Redentor. Porque tú y yo ya no nos pertenecemos a nosotros mismos sino a Aquel que nos ha comprado con su Sangre Preciosísima. Y pertenecer a Dios es la gracia más grande.


Gracias, Señor, por tu Cruz; gracias por enseñarme a contemplarla; gracias por la esperanza de la que es anuncio y por la certeza de salvación que es para quienes creemos en tu redención ganada con esa Sangre que es Sangre de Dios; la Sangre que mana de tu Cuerpo llagado pendiente de la Cruz y que es el precio de nuestro rescate.




domingo, 13 de septiembre de 2015

¿Quién soy para ti?

En el evangelio de hoy (Mc 8, 27-35), Jesús nos dirige la misma pregunta que un día hiciera a sus más íntimos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?".

Me parece entrañable y tierno que interese a Jesús lo que pensamos de Él. Hasta este extremo se abaja, se hace vulnerable. Porque, si nos pregunta esto, es porque realmente le importa. ¿Y quiénes somos tú y yo frente a Dios sino pobres criaturas? Pues el Señor, a pesar de nuestra pobreza, nos concede el honor de escuchar lo que significa para nosotros. Y sabemos que esto interesa a Dios porque Él no habla por hablar.

Este día de domingo puede ser un momento excepcional para hacer espacio y buscar tiempo para estar a solas con Jesús. Haz silencio y mira hacia tu interior para preguntarte quién es Él para ti. Y díselo. Díselo porque, aunque lo sabe, desea oírlo de tus labios; si no, no te lo habría preguntado, ¿no crees? Luego no pases a otra cosa; permanece a la escucha porque, del mismo modo que instruyó a la gente y a los discípulos, desea instruirnos a ti y a mí. Él nos enseñará el modo en que debemos seguirlo para que lleguemos a ser real, verdadera y totalmente suyos.







sábado, 12 de septiembre de 2015

Edificando sobre roca

Hoy, en Lc 6,43-49, Jesús nos invita a edificar nuestra propia vida sobre los cimientos más sólidos que existen: su Palabra.

Como el Señor afirma, no basta con que nos acerquemos a Él y escuchemos sus palabras. Es necesario dar un paso más. Ese paso consiste en ponerlas por obra.

Vivir atentos a lo que Jesús nos dice y dejarnos ayudar por su Espíritu para que eso que escuchamos llegue a ser una realidad en nuestra vida, es el secreto para hacer de ésta algo sólido, fuerte, capaz de resistir los envites de sufrimientos, dificultades, límites, carencias... Todo eso no podrá tambalearnos si nos hemos enraizado en Jesús, la Roca.

El Señor asegura que para tener una vida consistente hay que cavar y ahondar hasta dar con la roca sobre la que cimentar el edificio de la propia existencia. Jesús vive en lo más hondo de ti y de mí; es más íntimo a nosotros que nosotros mismos. Por eso la aventura que nos propone es que cavemos en nuestro interior hasta dar con Él. 

Pienso que en ese "cavar" consiste la vida espiritual. Cavamos haciendo silencio y rumiando las palabras de Jesús. Cuando hacemos esto dejamos espacio al Espíritu Santo para que nos vaya modelando según el Modelo que es Cristo. Así, las palabras del Señor son como el cincel en manos del escultor que saca de la piedra informe una bella escultura. De este modo va el Espíritu Santo edificando nuestra vida que, anclada y cimentada en el Señor, llegará a plenitud.

Ojalá tú y yo sepamos cavar y ahondar y poner nuestra seguridad en Jesús dejando nuestra vida en sus manos, haciendo descansar nuestro "edificio" en la Roca que es Él.



viernes, 11 de septiembre de 2015

Confianza y misión

Hoy podemos unirnos a la acción de gracias de San Pablo recogida en la primera lectura (Tm 1,1-2. 12-14).  Allí el Apóstol da gracias a Jesús por haberlo hecho capaz, haberse fiado de él y haberle confiado el ministerio de la evangelización.

Igual que hizo con San Pablo ha hecho el Señor contigo y conmigo: nos ha hecho capaces, se ha fiado de nosotros y nos ha confiado una misión. Pienso que la vida consiste en la aventura que nos va descubriendo progresivamente esa tarea que Jesús nos encomienda y la plenitud, en aprender a recibir la capacitación de Dios para desarrollarla en la confianza de que Él llevará a término lo que quiere de nosotros.

Pido para ti y para mí la disponibilidad para dejar que la gracia actúe en nuestras vidas haciéndonos columna que soporte; techumbre que se asiente y cobije; olivo que agite sus hojas al viento regalando su baile de plata y produzca aceituna; cielo que brille y luzca para deleite de todos... Ojalá que sepamos aprovecharnos de la gracia que el Señor nos regala a manos llenas para hacernos capaces de Él y de lo que nos encomienda; para descubrir lo mucho que confía en nosotros; para desempeñar con alegría la misión que ha querido regalarnos por su infinita bondad y cuyo desempeño nos hace los más felices de los hombres.



jueves, 10 de septiembre de 2015

La medida de no tener medida

Los consejos que hoy nos da Jesús (Lc 6, 27-38) nos hablan de Él mismo, de su magnanimidad.

Párate un poco para hacer silencio y echar una mirada a tu vida. Prestando sólo un poquito de atención descubrirás -lo hace el Espíritu Santo por ti en lo más hondo de ti- cómo ha respondido el Señor a tus requerimientos, a tus necesidades; cómo te ha reconducido con dulzura y paciencia infinitas al Camino que es tu felicidad por ser Él mismo cuando tus pasos se desviaron; de qué forma tan elegante -¡tan suya!- te recibió cuando te habías alejado en busca de no se sabe bien qué; cómo esperaba tras reclamarte cuando tú  respondías con frialdad e indiferencia a su solicitud amorosa... Caerás en la cuenta de que la medida que Jesús tiene para dar y darSe es no tener medida.

Acoge en tu corazón esta verdad que se ha hecho real, contante y sonante en tu propia vida; déjala descansar allí limitándote a acariciarla con las manos del alma, a saborearla con el paladar del corazón, a sentirla como se siente la brisa marina en la cara o un beso dulce en la mejilla. Cuando procures acunarla con mimo en lo más íntimo de ti mismo te sorprenderá recibir de Jesús el amor y la fuerza que harán posible que comiences a imitarlo en todo esto que te propone aunque sea muy tímidamente. ¡No te preocupes! A medida que se vaya haciendo más fuerte el vínculo que os une te irá dando su propia medida para que tampoco tú tengas medida en el amor a Él y a los demás. Ese amor sin medida te irá haciendo cada vez más tú mismo; irá esculpiendo en ti aquel que verdadera y realmente eres, aquel que estás llamado a ser.





miércoles, 9 de septiembre de 2015

Las "contradicciones" de Jesús

Jesús ya nos tiene acostumbrados a descolocarnos con sus enseñanzas. Hoy vuelve a la carga para recordarnos dónde se encuentra la verdadera felicidad (Lc 6, 20-16).

Su palabra de hoy me sugiere tanto, tanto, que no sé bien por dónde empezar. Pero quizá eso sea lo de menos porque si conmigo Jesús hace esto, no dudo que lo hará contigo de la misma manera. Sé que lo único que hace falta para enterarme de lo que quiere decirme es disponerme a escuchar para acoger... Esto pido ahora mismo para ti... Sólo es necesario que le dejes hablarte...


Entonces, cuando tú le des paso, escucharás la voz poderosa y bien timbrada de Jesús afirmando "dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de los Dios". ¡Ay, Jesús! Ayúdanos a hacernos cargo de nuestra propia verdad para descubrir que, en realidad, somos pobres, muy pobres... Pobres porque queremos seguirte y nos detenemos en mil menudencias; pobres porque deseamos que Tú seas el único en nuestras vidas y, en cambio, las tenemos llenas y, por eso, las convertimos en "receptáculos" incapaces de acogerte; pobres porque deseamos confiar en Ti y no hacemos sino buscar seguridades de las que colgarnos, a las que aferrarnos; pobres porque...


Pero qué alegría, Jesús, ser pobre por y en todo esto; qué alegría, Señor, descubrir mi propia pobreza. Nada mejor me puede suceder porque entonces -y sólo entonces-, cuando me reconozca pobre y me acepte en esa precariedad que es la nota dominante en mi vida, tomaré posesión de tu Reino, ese que, por expreso deseo tuyo, es mío y sólo mío precisamente porque soy tan pobre.




martes, 8 de septiembre de 2015

¡¡¡Felicidades, Madre!!!

Hoy celebramos el nacimiento de nuestra Madre, la Virgen María. Y meditando el evangelio que nos propone la liturgia (Mt 1,1-16. 18-23) podemos ver en él un reflejo de lo que nuestra vida está llamada a ser.

Porque del mismo modo que María, con su "sí", engendró a Jesús, la Palabra, por obra del Espíritu Santo, tú y yo hemos sido llamados a engendrar esa Palabra dejándonos interpelar y conducir por el Espíritu que, con su gracia, hará posible que Jesús, el Hijo, se vaya formando en nosotros.

Porque del mismo modo que María dio al mundo al Salvador, tú y yo hemos sido llamados a dar a Jesús a los demás viviendo como Él, amando y acogiendo como Él, entregándonos al Padre para que se haga en nosotros su voluntad, rogando e intercediendo ante el trono de Dios por nuestro mundo convulso, haciéndonos "altar" en el que presentar la ofrenda del sufrimiento y la alegría de los hombres, nuestros hermanos, para que Dios sea todo en todos...

Porque del mismo modo que María hizo posible con su disponibilidad y entrega que Dios fuera real y verdaderamente Dios-con-nosotros, uno de los nuestros, tú y yo lo haremos presente en la medida en que permitamos al Espíritu que modele nuestra vida haciéndola cada día un poco más semejante a la del Modelo que es Cristo hasta que lleguemos a ser, por obra de la gracia, otros cristos, el mismo Cristo.

Para que todo esto sea realidad en tu vida y en la mía contamos con la ayuda de nuestra Madre, omnipotencia suplicante, a quien nunca negó nada su Hijo. Señora, gracias por haber dicho el "sí" que nos reconcilió con Dios; gracias por habernos entregado al autor de la Vida; gracias por haber aceptado de Él la misión de ser nuestra Madre; gracias por no desentenderte de nosotros... Por todo eso y por mucho más hoy queremos darte las gracias y decirte junto al resto de la tierra y el Cielo entero: ¡¡¡Felicidades, Madre!!! Ojalá que nuestro recuerdo, nuestros detalles de cariño filial, nuestro día entero con todo lo que viviremos a lo largo de las horas, sirvan para que tu sonrisa, limpia, gozosa y alegre, se vuelque sobre nosotros como una bendición.


lunes, 7 de septiembre de 2015

Levántate!!!

Jesús entra a la sinagoga a enseñar, pero no puede ni quiere pasar por alto la presencia de un hombre enfermo en el recinto sagrado (Lc 6,6-11). Ha venido a liberar al hombre y, fiel a su misión, no deja que nada se interponga en su camino cuando se trata de hacer el bien.


Es probable que aquel hombre se sintiera avergonzado cuando Jesús le pidió que se levantara y se pusiera en medio de la asamblea. Pero obedece. Es Jesús quien ha tomado la iniciativa para curarlo y será también el Señor quien lo defienda en caso de ataques injustos.


Así hace el Señor contigo y conmigo: entra en nuestras vidas para curar nuestras heridas y poco o nada le importa lo demás. Por eso nos pide que nos levantemos con su voz poderosa: no hay nada que temer porque el Salvador carga con tus miserias y con las mías haciendo frente a nuestros enemigos; Él es nuestro valedor y nuestro defensor. ¿Podremos temer entonces algo?

Hoy pronuncia ese imperativo para ti y para mí. Guarda silencio y escucharás en lo más profundo de tu ser, en el hondón de tu alma, palabras parecidas a éstas: "¡Levántate! Tienes toda la dignidad de hijo de Dios porque Yo te he reconciliado con el Padre. No temas. Levántate y así, levantado, espera mi curación. ¿Sufres por haber caído? ¿Te lamentas de tus heridas? No lo hagas porque, si permaneces a mi lado y haces caso de lo que te digo, todo eso que lamentas de tu vida, que te avergüenza, que desearías borrar, no sólo no va a ser causa de bochorno o rubor para ti, sino que será motivo para que la gloria de Dios se manifieste a través de mi poder para sanar y salvar. ¿O acaso has olvidado que soy Yo el único que te justifica?". 

Que tú y yo, fiados sólo en la misericordia infinita de Jesús, nos pongamos en pie y, mirando a sus ojos que nos aman con amor infinito, esperemos la manifestación de su poder para nuestro propio bien y el de todos los que contemplen su obra en nuestras vidas.


domingo, 6 de septiembre de 2015

Effetá

Sabemos que Jesús no deja de interceder ante Padre por cada uno de nosotros –por ti y por mí…-. El Hijo que salió del Padre y a Él regresó ha sido el primero en coronar la meta, en completar el recorrido que conduce de vuelta a nuestro origen que es, al mismo tiempo, nuestra plenitud. Pero también sabemos que su aventura está incompleta, en cierto modo, mientras quede un hermano suyo en peregrinación. Por eso Jesús no se desentiende de nuestra trayectoria, de nuestra vida, permaneciendo continuamente a nuestro lado sin dejar de rogar por nosotros al Padre para que todo vaya bien.

Esta mañana, al hilo del evangelio (Mc 7, 31-37), lo imagino tal y como nos lo describe el evangelista: mirando al cielo, suspirando y pronunciando esa palabra que nos devolverá la vida que vamos perdiendo a girones a medida que recorremos nuestro camino. Porque son muchos los obstáculos que encontramos a nuestro paso; porque no siempre es fácil continuar...


Porque nuestros sentidos, esas ventanas del alma que son una magnífica ayuda para conducirnos hacia nuestra meta, se encuentran, tantas veces, disminuidos por la propia fragilidad, atrofiados por no emplearlos para lo que sirven, dañados por el mal uso que hacemos de ellos, abotargados por los ruidos de dentro y de fuera… Jesús lo sabe bien y, aunque no se lo pidamos –el sordo del evangelio tampoco lo hizo sino que lo hicieron por él-, pide al Padre que los abra, que les devuelva su pujanza, para poder seguir sus pasos, su ejemplo, para que podamos imitar sus ejemplos y su vida entera.


Déjate hoy “apartar” por el Señor del jaleo cotidiano; no te retires cuando meta sus dedos en tus oídos ni impidas que toque con su saliva tu lengua. Deja que el Señor haga contigo lo que estime oportuno hacer. Él y sólo Él te capacitará para seguir sus pasos, te dará lo que más tarde te va a pedir para que puedas avanzar por el camino de tu propia plenitud. ¿Imaginas lo que puede ser estar a solas con Él en esa proximidad física que te devuelve la salud y te da la agilidad que necesitas para llegar a más…? ¿Lo imaginas…? Inténtalo de la mano del Espíritu acompañado por la presencia maternal de María. Te aseguro que vivirás una experiencia apasionante que no cambiarás por nada ni por nadie.


sábado, 5 de septiembre de 2015

Jesús es señor del sábado

Sí, hoy sábado, Jesús nos recuerda que por encima de Él no hay nada ni nadie (Lc 6, 1-5). Y, a raíz de este evangelio, me parece sentir que el Señor me pregunta si hay algo en mi vida que lo haya desplazado del lugar que por derecho le corresponde.


Por eso me sale preguntarme qué es lo que rige mi vida: qué normas, qué criterios, qué modelos o ejemplos... Porque todo eso no vale nada al lado de Jesús y del modo de vida que Él me propone.

Si tratamos de seguirLe a Él encontraremos la auténtica libertad y aprenderemos a vivir según el sabio consejo de San Agustín: "Ama y haz lo que quieras". La Virgen es la que mejor hizo esto. Le pido para ti y para mí que nos conduzca de la mano por el camino que Ella misma anduvo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

La novedad de cada día

Somos seres de costumbres y eso está bien siempre y cuando las mismas no nos impidan avanzar, seguir creciendo. Es humano buscar seguridades por nuestras limitaciones y fragilidades; pero esas seguridades dejan de cumplir su función de sostén cuando traspasan esa misión y se erigen en la norma esencial de nuestra vida.

El "homo viator" ha de aspirar a irse desposeyendo de sus seguridades a medida que va coronando etapas de su camino vital. Esto sucede cuando se transita por el Camino que es Jesús; cuando se va penetrando en la Verdad que es Él; cuando se va saboreando la Vida que el Señor afirma ser y es en realidad. Entonces las seguridades son sustituidas por la Seguridad que es Dios.

Para que esto llegue a producirse en tu vida y en la mía, tenemos que estar atentos para recibir la gracia de la novedad que cada día nos llega de la Palabra de Jesús, del trato íntimo con Él, de la comunión del Pan Vivo, Dios con nosotros en la Persona del Señor, Verbo que nos marca la dirección a seguir y Alimento que nos da fuerzas para caminar.

Porque Jesús trae cada día a nuestra vida la novedad de su mensaje: a ti dirige palabras que no dirige a nadie más porque lo suyo no son las matemáticas y el Señor no sabe contar nada más que hasta "uno". Déjate renovar por su gracia que te hace odre nuevo cada amanecer capaz de contener el vino nuevo que está deseando ofrecerte (Lc 5, 33-39). Que la Virgen acoja este deseo y lo haga realidad en tu vida y en la mía.




jueves, 3 de septiembre de 2015

Una barca para Jesús

Del mismo modo que pidió aquel día a Pedro que le dejara su barca para predicar desde ella (Lc 5, 1-11), hoy Jesús nos pide a ti y a mí que le prestemos la nuestra. 

Dejar nuestra barca al Señor puede parecernos una manifestación de generosidad por nuestra parte. Pero esto es sólo una apariencia que se desvanece cuando caemos en la cuenta de que todo lo que somos y tenemos, ¡absolutamente todo!, nos lo ha dado Él. Cuando descubrimos en nuestra vida esta realidad, dejarLe nuestra barca deja de ser un acto de generosidad por nuestra parte para pasar a convertirse en una respuesta lógica que queda circunscrita a los límites de lo que es estrictamente justo. 

Te invito a considerar en la presencia de Jesús cuál es tu barca: dónde tienes puesta tu seguridad; a qué estás apegado; qué te has apropiado como si en realidad fuera tuyo cuando no lo es... El Espíritu Santo te ayudará a descubrirlo y te prestará su fortaleza para que lo entregues al Señor. Aún más, te aseguro que si haces esto experimentarás, aunque el desasimiento cueste, la alegría de quien se encuentra cara a cara y en soledad con Jesús. Éste es el comienzo de una aventura apasionante.  El Señor, cuando recibe de nosotros lo que le debemos en justicia, se vuelca como si hubiéramos realizado la mayor de las heroicidades. Frente a nuestra pretendida "generosidad", Jesús despliega toda su magnanimidad de Dios que nos desborda.

¡¡¡Atrévete a hacer la prueba!!! Toma la mano de la Virgen y, con su ayuda, di como Ella a su Hijo: "Adelante, Jesús. Quiero darTe mi barca sin derecho a recuperarla para que Tú la emplees como mejor convenga".


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Unas manos que curan

Te invito hoy a que contemples atentamente las manos de Jesús. Esas manos que levantaron de su postración a la suegra de Pedro; esas manos que curan a todo el que se deja acariciar por ellas (Lc 4, 38-44).


Son unas manos que te levantan cada vez que caes; unas manos que traen la salud a tu vida... ¿De cuantas postraciones te han arrancado las manos de Jesús? ¿De cuantas enfermedades te han curado? Agradece el cuidado de esas manos; bésalas con unción y reverencia. Son las manos del Señor. Ponte frente a Él tal y como eres, sin disimulos ni excusas, y déjate bendecir y acariciar por esas manos que han hecho y hacen tanto por ti.


Hoy, Jesús, te pedimos la gracia de saber descubrir tus manos en cada acontecimiento de nuestro día; en cada palabra que nos sea dicha; en cada actitud que observemos en los que nos rodean... Porque tus manos, Señor, están continuamente activas para hacerme recuperar la marcha, para ayudarme a superar mi enfermedad, para liberarme de esa esclavitud que me paraliza y no me deja ser toda tuya... 


martes, 1 de septiembre de 2015

El poder de Su palabra

Vamos a descansar y disfrutar en y con la verdad que nos recuerda el evangelio de hoy (Lc 4, 31-37): la palabra de Jesús es omnipotente y realiza siempre lo que pronuncia. 

Sin embargo, esta palabra es humilde hasta el extremo y, cuando se dirige al hombre, pide "permiso" a su destinatario para cumplirse. Tal y como ocurrió con nuestra Madre, cuando Jesús quiere hacer algo en tu vida y en la mía, nos consulta para ver si estamos dispuestos a dejarLe hacer... El Señor nunca, ¡jamás!, entra sin llamar... Ésta es una de las múltiples facetas del misterio insondable de la libertad del hombre, que es libre por expresa voluntad de Dios.

La palabra de Jesús es una palabra exigente que siempre nos ayuda a crecer, a dar más de sí, a llegar un poquito más lejos. Y, a medida que vamos respondiendo a su llamada, vamos configurando nuestra propia identidad, vamos siendo quienes realmente somos.

Jesús, haznos capaces de escuchar esa palabra tuya que nos da la clave de nuestra más íntima realidad. Queremos escuchar de tus labios quiénes somos real y verdaderamente. Deseamos con toda el alma que tu sueño sobre nosotros se cumpla. Pronuncia esa palabra sobre nosotros, Señor, y concédenos la gracia de dejarnos esculpir por ella para que produzca en cada uno lo que significa y así lleguemos a ser quienes realmente somos.