viernes, 4 de septiembre de 2015

La novedad de cada día

Somos seres de costumbres y eso está bien siempre y cuando las mismas no nos impidan avanzar, seguir creciendo. Es humano buscar seguridades por nuestras limitaciones y fragilidades; pero esas seguridades dejan de cumplir su función de sostén cuando traspasan esa misión y se erigen en la norma esencial de nuestra vida.

El "homo viator" ha de aspirar a irse desposeyendo de sus seguridades a medida que va coronando etapas de su camino vital. Esto sucede cuando se transita por el Camino que es Jesús; cuando se va penetrando en la Verdad que es Él; cuando se va saboreando la Vida que el Señor afirma ser y es en realidad. Entonces las seguridades son sustituidas por la Seguridad que es Dios.

Para que esto llegue a producirse en tu vida y en la mía, tenemos que estar atentos para recibir la gracia de la novedad que cada día nos llega de la Palabra de Jesús, del trato íntimo con Él, de la comunión del Pan Vivo, Dios con nosotros en la Persona del Señor, Verbo que nos marca la dirección a seguir y Alimento que nos da fuerzas para caminar.

Porque Jesús trae cada día a nuestra vida la novedad de su mensaje: a ti dirige palabras que no dirige a nadie más porque lo suyo no son las matemáticas y el Señor no sabe contar nada más que hasta "uno". Déjate renovar por su gracia que te hace odre nuevo cada amanecer capaz de contener el vino nuevo que está deseando ofrecerte (Lc 5, 33-39). Que la Virgen acoja este deseo y lo haga realidad en tu vida y en la mía.