martes, 2 de febrero de 2016

Una donación agradable a Dios

Hoy, fiesta de la Presentación del Señor, quiero proponerte algo: vamos a acompañar a María y a José camino del Templo. María, con el Niño en brazos no deja de mirarlo. José, silencioso y sonriente, contempla a la Madre y al Hijo deseando no perder ni un detalle.



Y tú y yo podemos pedir al Santo Patriarca que avise a su esposa de que vamos detrás y nos gustaría entrar con ellos al Templo. Así, los dos nos presentarán al Padre junto a Jesús. Y con Él podremos hacer ofrenda de lo único que Dios quiere: nuestro corazón.


Que este sea hoy nuestro sacrificio y que, mirándonos con misericordia, Dios haga sagrada nuestra sencilla y pobre donación que quiere ser total y para siempre.