jueves, 31 de diciembre de 2015

Para comenzar bien el año

La liturgia nos propone de nuevo hoy, último día del año, un fragmento del Prólogo del Evangelio de San Juan (1,1-18) que nos habla de lo que ya existía al principio: la Palabra.

Pensaba que ésta podría ser una buena clave para comenzar el 2016: fundamentar este nuevo año en la Palabra, en Jesús, por medio de Quien fue hecho todo y en Quien todo lo que existe se mantiene en el ser que de Él recibió por participación.

Sigue San Juan diciéndonos que en la Palabra había vida y la vida era la luz de los hombres. Por eso, fundamentar el nuevo año en la Palabra implica buscar la vida en el Señor y no en las mil y una cosas que nos ofrece la sociedad. Porque, aunque sean cosas buenas, muy buenas, si no las ponemos en el lugar que les corresponde, terminan esclavizándonos y nos arrebatan la vida libre que Dios nos regala.

También veía aquí una llamada a acudir a la Luz cuando a lo largo del año tengamos momentos, días, semanas o meses de oscuridad. La Palabra del Señor es la mejor brújula, la mejor guía para recuperar el camino cuando lo hayamos perdido o para continuar por donde marca, bien cogidos a Ella, cuando las tinieblas se resistan a dejar paso a la luz.

Ojalá que caminemos todos los días de este 2016 que está a punto de comenzar siendo conscientes de que Dios vive acampado entre nosotros; así no nos sentiremos solos. Ojalá sepamos ser sus "mensajeros" para los que no son capaces de descubrirlo caminando a su lado; así curaremos muchas soledades y desiertos. Ojalá recibamos con manos abiertas y corazón agradecido todas las gracias que quiere regalarnos el que es la Plenitud. Ojalá estemos atentos a las enseñanzas del Maestro que, sin cansancio y sin descanso, nos seguirá diciendo Quién y cómo es Nuestro Padre en el silencio de nuestros corazones todos los días de este año, muchas veces cada día... ¡¡¡Feliz y santo año 2016!!!