miércoles, 23 de diciembre de 2015

Nuestros "bautistas" personales.

Hoy, cercano ya el inminente nacimiento del Señor, la liturgia nos presenta la figura de su Precursor.

De él dice Malaquías (3,1-4; 4,5-6) que será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero, imágenes de la purificación que Dios mismo realiza en nuestra vida para hacernos capaces de Él. 

El evangelio (Lc 1,57-66) termina diciéndonos que todos los que se enteraron del nacimiento del Bautista reflexionaban y se preguntaban qué sería de ese niño que había venido al mundo de manera extraordinaria.

Al hilo de estas lecturas daba gracias al Señor porque no se ahorra ningún esfuerzo para preparar en cada uno de nosotros un "lugar" en el que habitar haciéndonos, en verdad, morada de Dios entre los hombres. Y le pedía que ojalá tú y yo sepamos ver en todos los acontecimientos de nuestro día, de nuestra vida, esas oportunidades de purificación y preparación que nos despojan de lo accesorio para que nos quedemos con lo verdaderamente esencial. Porque, no me cabe duda, cada cosa que sucede en y en torno a nosotros son esos "bautistas" que preparan y anuncian la venida del Señor.