martes, 15 de diciembre de 2015

Rectificando el rumbo

Meditando el evangelio de hoy (Mt 21,28-32) no he podido dejar de verme reflejada en el hijo que se niega a obedecer a su padre en un primer momento, pero que luego se arrepiente y decide hacer lo que le han pedido.

Pienso que tu vida y la mía son un poco esto: un continuo comenzar y recomenzar rectificando el rumbo y diciendo "sí" donde primero dijimos "no". 

Por eso te propongo que, juntos, demos gracias a Dios por todas las gracias que ha derramado, derrama y derramará sobre nosotros capacitándonos para responder a sus llamadas. Así va llevando nuestra vida a la plenitud que ha preparado para los que Él ama, es decir, para ti y para mí.

Nuestro Dios es tan bueno que nos dice con Sofonías (3,1-2. 9-13) que arrancará de nuestro interior nuestras soberbias bravatas para que no nos avergoncemos de las obras con las que Le ofendimos. Él nos hará capaces de reconocer esta gracia suya haciéndonos humildes y confiados. Porque ¿desconfiaremos del que todo lo puede y que, además, es Nuestro Padre?