miércoles, 9 de diciembre de 2015

Volando como las águilas

San Mateo recoge la llamada del Señor a todos los cansados y agobiados para que acudan a Él buscando en Él su alivio (11,28-30).

A continuación, Jesús nos dice a todos que aprendamos de su mansedumbre y su humildad porque ellas son fuente de descanso. Y pensaba que el manso es el que espera paciente y sosegadamente, el dócil que se muestra suave y tranquilo mientras acepta todo lo que le va deparando la vida, sea del sigo que sea, porque sabe que su Padre vela por Él y que nunca permitirá una prueba sin antes darle la gracia para superarla. El humilde es el que se sabe necesitado y pide lo que no puede lograr por sus propias fuerzas a Quien todo lo puede.

Sí, como asegura Isaías en la primera lectura (40,25-31) el Señor no solo no se olvida de nosotros, aunque a veces nos lo parezca, sino que es Él Quien nos da la fuerza cuando estamos cansados, vigor cuando nos sentimos inútiles para casi todo... De aquí arranca la propuesta de Jesús en el evangelio: esperar en Él aceptando con paciencia lo que vaya sucediendo y acudir a Su presencia pidiéndoLe su ayuda cuando sintamos que no podemos más. Él se encargará de renovar nuestras fuerzas y nos dará alas como de águila para que corramos por sus caminos sin cansarnos y marchemos tras Él sin fatigarnos.