domingo, 13 de diciembre de 2015

¡¡¡Alégrate!!!

Hoy, tercer Domingo de Adviento, es el Domingo de la alegría. La llamada de la liturgia en este día es clara: ¡¡¡alegraos!!!

Sí, nos alegramos porque Dios ha traído el perdón a la tierra y nos ha librado de esos enemigos que nos impiden reconocer esta buena noticia; nos alegramos porque Él está en medio de nosotros salvándonos; nos alegramos porque nos ama y se goza y complace en ti y en mí, en todos los que deseamos acogerlo aunque no sepamos muy bien cómo hacerlo y también en los que lo rechazan porque dejarán de hacerlo (Sofonías, 3,14-18a). 

Nos alegramos porque Dios está cerca. Sí, en Jesucristo se ha hecho uno de nosotros sin dejar de ser Dios. Nada tiene que preocuparnos porque el Señor ha hecho propia la causa de los pequeños. Nada debe preocuparnos porque sabemos que, dejando todo eso que nos pesa y aplasta en Sus manos, sacará de cada cosa un bien para nosotros infinitamente mayor que el sufrimiento que nos produce. Así, presentando todo a Dios Padre por medio de Jesús seremos colmados de Su paz (Filipenses 4,4-7).

Alégrate porque lo que te parece imposible e inalcanzable por tus propias fuerzas se hace posible por el Espíritu que mora en ti y en mí regalándonos sus dones y sus frutos. Sólo necesita para actuar en nosotros que le demostremos, en la medida pequeña de nuestras pequeñas posibilidades, que realmente queremos ser suyos.

Alégrate como se alegran los niños que descansan en una continua alegría por la confianza en sus padres, que es confianza en Dios aunque no lo sepan. ¡Mejor! Sé que sí lo saben. Porque Dios se revela a los pequeños... 

¿Que por qué sé esto? Verás... Termino contándote algo bonito. Una buenísima amiga es psicóloga y, entre otras "cosas", acompaña a niños enfermos de cáncer. De ella he escuchado anécdotas preciosas que son testimonio del cuidado, del mimo,  de la cercanía que Jesús tiene con estos predilectos suyos con quienes se comunica sin dificultad.

Alégrate con esa alegría a prueba de pruebas que nos enseñan estos niños que se enfrentan al abismo de la muerte con una sonrisa indeleble en los labios y en el corazón porque saben que los brazos de Jesús esperan para abrazarlos. ¡¡¡Alégrate en todo y por todo porque Dios es Dios-contigo!!!