Hoy
el libro del Éxodo (16, 2-4. 12-15) nos recuerda cómo es Dios y cómo actúa
siempre en favor del hombre. Ante las murmuraciones y quejas de su pueblo contra
Moisés y Aarón por haberlo sacado de Egipto, donde los hijos de Israel comían y
bebían hasta saciarse, Dios responde enviando codornices al campamento y
dándoles el maná. Parece que los israelitas han olvidado que en Egipto eran
esclavos y que Dios los rescató haciendo prodigios… ¿Puede ser que prefieran la
esclavitud a las necesidades que experimentan en el camino hacia la tierra
prometida como hombres libres?
No
ha de resultarnos tan extraña esta curiosa preferencia. A menudo a ti y a mí
nos sucede lo mismo: echamos de menos la satisfacción que nos producían una
situación pasada, unos bienes de los que disponíamos… a los que, quizá,
renunciamos para seguir a Jesús con menos lastre, con más agilidad. Cuando
llegan los momentos de aridez, de soledad, de dificultad, entonces querríamos
echar marcha atrás magnificando en nuestra imaginación lo que en un momento
anterior parecía cubrir todas nuestras expectativas. Como el pueblo de Israel,
tú y yo olvidamos que, en realidad, tampoco fue para tanto y que, aún en caso
de serlo, el seguimiento de Cristo merece todas las renuncias que podamos
imaginar y aún las que no: todo es poco si lo tenemos a Él que nos ha liberado
y sigue liberándonos de tantas esclavitudes… La paciencia de Dios no tiene
límites; su amor, tampoco. A nuestras quejas responde dándoSe Él mismo sin
medida. ¡Qué triste pensar que necesitamos más! ¡Qué triste y qué falso!

Gracias,
Señor, porque nos has concedido la gracia inmensa de creer en la Eucaristía.
Sí, Jesús, creemos que estás presente en el Pan Vivo en el que te quedaste
oculto para no dejarnos ni un momento. Gracias porque sabemos que, aunque no lo
sintamos ni lo veamos, sabemos que comiendo de ese Pan no volveremos a tener
hambre… ¿O sí? Concédenos, Jesús, tener cada vez más hambre de Ti; concédenos
un amor loco a la Eucaristía para responder a tu locura de amor al haberte
quedado entre nosotros.