martes, 4 de agosto de 2015

Es cuestión de fe

Hoy Jesús vuelve a repetirnos en el evangelio de Mateo (14, 13-21) que nuestra seguridad es Él; que no tengamos miedo porque es Él quien nos llama y nos da la gracia para secundar su llamada; que podemos confiar en quien tantas muestras de amor nos ha dado...

Los enfermos de Genesaret estaban convencidos de que sanarían con tan sólo tocar la orla de su manto y así sucedió, tal y como ellos creían... 


Pero para que no nos desalentemos, el evangelista nos cuenta también lo que pasó a Pedro en aquella ocasión: comenzó a caminar sobre las aguas como Jesús tras habérselo pedido, pero sintió miedo del viento al caer en la cuenta de lo fuerte que era y comenzó a hundirse. Eso mismo nos pasa a ti y a mí cuando dejamos de mirar a Jesús para fijarnos en las dificultades. Sin embargo, tampoco esta reacción y su consecuencia deben desanimarnos porque Jesús está ahí para rescatarnos demostrándonos que nunca ha dejado de estar.


Gracias, Señor, porque conociendo nuestra debilidad sales al paso ofreciéndonos siempre tu mano poderosa. Gracias, Jesús, por llamarnos una y otra vez para que vayamos a Ti; gracias por rescatarnos cuando nos hundimos por apartar de Ti nuestra mirada para dirigirla a las dificultades... ¡Gracias, Jesús, por suplir nuestra falta de fe! ¡¡¡Gracias!!!