viernes, 14 de agosto de 2015

Tu tierra prometida

Hoy el libro de Josué nos recuerda la historia de salvación y liberación que Dios hizo con su pueblo (Josué 24, 1-13). Yavhé conduce a su pueblo hacia la tierra prometida dándole la victoria sobre sus enemigos, escuchando sus llamadas de auxilio y socorriéndolo de los peligros que lo amenazaban.


Esta misma historia se repite hoy en tu vida y en la mía. El Señor nos conduce hacia nuestra propia plenitud, nuestra identificación con Él, rescatándonos de todo lo que puede impedir que nos unamos a Él imitando su modo de vida a ritmo de sus inspiraciones que esperan respuesta por nuestra parte.

Nuestra tierra prometida es Jesús mismo que se nos da gratuitamente sin esperar nada fuera de que lo recibamos. Ahora el Señor hace contigo y conmigo lo que entonces hizo con su pueblo: darle una tierra por la que no había sudado; ciudades que no había construido; viñedos y olivares que no había plantado... Sólo porque es su pueblo... A nosotros se nos da mucho más porque Jesús es infinitamente más que todos estos regalos de Dios. 

Perdónanos, Señor, porque no caemos en la cuenta de esta verdad; perdona nuestra mediocridad que suspira por sucedáneos de felicidad cuando te tenemos a Ti; perdona porque no sabemos disfrutarte y poseerte, porque no dejamos que nos poseas... ¡Perdona, Jesús! Ten misericordia de nuestra pobreza y haznos capaces de Ti.