lunes, 10 de agosto de 2015

Perder para ganar

De nuevo nos sorprende Jesús hoy con una de sus paradojas (Jn 12, 24-26) al asegurarnos que sólo el grano de trigo que muere da mucho fruto.



Y nosotros, de natural cobarde y temeroso ante todo lo que suponga sufrimiento y muerte, podemos adoptar tres actitudes ante esta verdad evangélica: evitarla haciendo oídos sordos; edulcorarla haciendo decir a Jesús algo que, en realidad, no dice; aceptarla, aunque cueste y no logremos entender, y guardarla en el corazón a la espera de que el Espíritu nos vaya enseñando a vivirla... En esta espera confiada Él nos irá preparando y descubriendo su hondura, su verdad más profunda.

El Espíritu de Jesús nos guía; su Cuerpo y su Sangre son alimento que nos sostiene y fortalece. Y sabemos que nada ni nadie nos apartará jamás de su amor. ¡No hay lugar para el temor...! Porque la muerte que Jesús nos anuncia como "lugar" previo a dar una cosecha abundante es una "muerte" por la que pasaremos con Él.

Y como sabemos, Señor, que el que siembra generosamente, generosamente cosechará (2Co 9, 6) te pedimos nos regales una generosidad a la medida de la tuya que, a semejanza de la de San Lorenzo, se dé sin regateos, sin cicaterías, sin esperar nada a cambio, de manera gratuita, a fondo perdido...