jueves, 6 de agosto de 2015

Siempre con Jesús...

El evangelio de hoy (Mc 9, 2-10) nos relata la experiencia de Pedro, Santiago y Juan, testigos presenciales de la transfiguración de Jesús en el Tabor. El Maestro, que da siempre antes lo que más tarde pide, quiso que vieran su gloria para sobrellevar el escándalo de la Cruz cuando llegara el momento de su pasión. 

Dice Marcos que subieron al monte y luego descendieron. De la subida no tenemos más detalles y de la bajada la Escritura nos dice que, cuando Jesús les habló de su resurrección pidiéndoles que no desvelaran nada de lo vivido hasta que Él no resucitase, no entendieron nada. Del tiempo que pasaron con Jesús en la cumbre sabemos, por boca de Pedro, que se hubieran quedado allí aunque "tenían miedo y no sabían lo que decían" apunta el evangelista.

Este trayecto de subida y descenso del monte es una imagen de nuestra propia vida; de la tuya, de la mía. Y lo que brota de mi corazón al releer y meditar este pasaje es que lo que nos suceda es lo de menos si contamos con la presencia del Señor en cada acontecimiento de nuestra vida. 

Jesús, no nos abandones nunca. Mejor, porque sabemos que nunca lo haces, que, suceda lo que suceda, sepamos por la fe en Ti que nunca fallas, que vives cada suceso de nuestra vida sosteniéndonos, animándonos, consolándonos, alegrándote con nosotros. ¡¡¡Gracias, Señor, por tu presencia!!! ¡¡¡Gracias por haberte quedado con nosotros!!!