miércoles, 5 de agosto de 2015

Orar sin desalentarnos

Hoy Jesús nos anima a acercarnos a Él con la confianza con la que lo hizo aquella cananea para pedir la curación de su hija (Mt 15, 21-28). 

El Señor, que conocía el corazón de esa mujer y su fe, retrasa el momento de hacer el milagro para enseñarnos que nuestra confianza en Él es la que hace posible los milagros en nuestra vida. El que se admira de la fe de la cananea, no dejará de alegrarse por nuestra perseverancia en la oración, una oración que espera confiada en ser escuchada.

Gracias, Jesús, porque siempre nos escuchas. Gracias, Señor, porque tus "retrasos" en respondernos siempre tienen una razón de ser. Enséñanos, Maestro bueno, a esperar pacientemente confiados y a descubrir el porqué de tu modo de conducirte con cada uno de nosotros. Gracias, Jesús, porque sabemos que no permites ni dispones nada que no sea para nuestro bien.