domingo, 6 de marzo de 2016

Una Providencia amorosa

Las lecturas que nos propone la liturgia de hoy, son un canto a la Providencia de un Dios que es Padre y que no deja de cuidar de sus hijos.

El libro de Josué (5,9a. 10-12) nos recuerda que Dios sólo dejó de enviar el maná con el que alimentaba a su pueblo cuando la tierra a la que lo condujo le dio la primera cosecha. Es el mismo Dios que, como nos dice Pablo en Co 5,17-21, ha reconciliado al mundo en su Hijo sin pedirle cuentas de sus pecados. Es el Dios Padre que comparte todo lo suyo con sus hijos y que, cuando estos malgastan y derrochan unos bienes que no recibieron por méritos propios sino por simple y amorosa liberalidad de su Padre, les restituye su dignidad de hijos sin más. Porque le basta el simple gesto de que se dejen abrazar por Él para hacer borrón y cuenta nueva (Lc 15,1-3).

Éste es nuestro Dios. Un Dios que es Providencia amorosa, cuidado solícito y pronto para los que ama, magnanimidad que derrocha sin límites su bondad sobre la creación entera y muy especialmente sobre todos y cada uno de los que fuimos creados a su imagen y semejanza.


Piénsalo, daLe gracias y haz tú lo mismo con todo lo que ha encomendado a tu cuidado; con todos aquellos que te ha confiado.