miércoles, 16 de marzo de 2016

La Verdad que nos libera

Nos habla la lectura del libro de Daniel de la fidelidad de los tres jóvenes que, desafiando la orden de Nabucodonosor de que dieran culto a otros dioses, permanecieron en la confianza de que su Dios no les iba a fallar. No acataron la ley injusta y el rey pagano se convirtió (Daniel 3,14-20. 91-92. 95.).

Dios siempre nos libra, aunque aparentemente sucumbamos al más estrepitoso fracaso; el Señor nunca falla, aunque nos parezca que nos ha dejado solos y que no escucha nuestras súplicas. Porque el Dios que se encarnó haciéndose uno de nosotros y que afirma que es su delicia estar con los hijos de los hombres, vive en medio de nosotros y actúa continuamente su salvación en nuestras vidas, aunque no seamos capaces de descubrir los efectos de esa salvación que nos hace libres.

Quizá la causa de nuestra falta de visión sea que dirigimos nuestra atención al lugar equivocado esperando no se sabe qué cosas. Cuando lo que el Señor espera de nosotros es una fe confiada y absoluta en su amor providente. 

Jesús nos promete en el Evangelio de hoy que, si nos mantenemos en Su Palabra, conoceremos la Verdad que nos hará libres (Jn 8,31-42). Esa Palabra y esa Verdad que son Él mismo. Por su promesa podemos estar seguros de que, si no le damos la espalda, el Señor nos irá descubriendo la verdad del Dios Padre que nunca abandona a sus hijos aunque nuestra sensibilidad y nuestra inteligencia nos digan lo contrario. Fíate de Él y serás verdaderamente libre respecto a todo y, en concreto, en relación a eso que parece pero que, en realidad, no es.