martes, 8 de marzo de 2016

Un Dios que se adelanta

Jesús no siempre espera a que le pidan algo para actuar. En ocasiones, como la que nos presenta el Evangelio de hoy, se adelanta preguntando al paralítico si quiere quedar sano (Jn 5,1-3a. 5-16).

La respuesta del enfermo resulta desconcertante: no responde simple y llanamente con un "sí" que sería, por otra parte, lo más lógico. En lugar de eso, desahoga en Jesús su pena por no tener a nadie que lo introduzca en la piscina cuando se remueve el agua. El Señor no parece seguir la conversación; se limita a ordenarle de que se ponga en pie y comience a andar.

Muchas veces Jesús se adelanta a nuestras necesidades, Él que las conoce mejor que nadie, y nos pregunta... Y nosotros, como aquel hombre, nos perdemos en enumerar excusas o en desgranar quejas sin ser conscientes de que para Dios no hay nada imposible y de que, si nos pregunta, es porque quiere hacer algo por nosotros.

Pero, ¿queremos de verdad ser curados por Jesús o preferimos seguir postrados en nuestra "camilla"? Porque Él nos devuelve la "salud" para que nos pongamos en marcha... Ojalá estemos dispuestos hoy y siempre a caminar tras Él cueste lo que cueste.