Hoy el profeta Isaías nos anuncia de parte del Señor la creación de un cielo nuevo y una tierra nueva y la alegría por esta creación en la que no habrá gemidos, ni llantos, ni niños malogrados (65,17-21).
Pensaba que, sin duda, una alegría similar a ésta que describe el profeta debió sentir el funcionario real del Evangelio de hoy cuando escuchó al Señor decir que su hijo estaba curado (Jn 4,43-54). Nos dice Juan que creyó en la palabra de Jesús y que se puso en camino.
Como aquel hombre también tú y yo podemos empezar a disfrutar de esa nueva creación de la que nos habla Isaías si de verdad nos hemos encontrado con el Señor. En nuestra vida todavía existen el llanto y la tristeza, pero si creemos en la palabra de Jesús sabemos que todo eso redundará en nuestro bien y en el de los demás si sabemos unirnos a los sufrimientos del Redentor cuando el dolor llama a nuestra puerta.
