domingo, 27 de marzo de 2016

La luz de la Resurrección

Termina hoy Juan diciéndonos en su Evangelio que, hasta que Pedro y él no vieron cómo había quedado el sepulcro en esta mañana de Domingo, no entendieron la Escritura que anunciaba que Jesús tenía que resucitar de entre los muertos (Jn 20,1-9).

En los apóstoles, como en las mujeres y, en especial, en María de Magdala, el descubrimiento de la Resurrección de Jesús se opera poco a poco, de manera gradual... 

Así "trabaja" el Señor también con nosotros. Él no tiene prisa y se dedica a cada uno con esmero, delicadeza, intensidad, profundidad... en una obra que tiene lugar en lo más hondo del alma y que nos va descubriendo Quién es Él. Así, despacito, en un movimiento continuo, sereno y suave, Jesús nos va diciendo, a medida que se da a conocer, quiénes somos en realidad mostrándonos quiénes estamos llamados a ser: imagen suya; ¡¡¡Él mismo!!!

Que la alegría de la Pascua, de Su Pascua, que es ese paso al Padre a través de la muerte, sea luz que disipe nuestras tinieblas y nos vaya mostrando el sentido profundo de Su Palabra, que es Vida abundante. Hoy estamos llenos de gozo porque sabemos que en Su paso Jesús nos ha arrastrado Consigo. Sí, ya estamos resucitados; por eso no tememos a la muerte, porque vamos de Su mano.