viernes, 16 de octubre de 2015

Una verdad que nos supera

La Palabra de Dios nos recuerda hoy que su amor es del todo gratuito. Sí, Dios te ama a fondo perdido, de manera incondicional. Para convencerte de esta verdad basta con mirar y escuchar a Jesús: el Dios hecho hombre que se encarna para revelarnos el proyecto de amor que la Trinidad tiene para todo lo creado y, en especial, para el ser humano. Y es que Dios nos ha creado a ti y a mí para establecer con nosotros una relación de intimidad que nos irá haciendo caer en la cuenta de quiénes somos y quiénes estamos llamados a ser... si consentimos en vivirla.

Este proyecto de amor, que pretende que alcancemos una plenitud que a duras penas podemos intuir, fue diseñado sin tener en cuenta nuestros méritos, nuestro buen comportamiento. De hecho el proyecto es mucho anterior a ti y a mí porque fue pensado en unas coordenadas que escapan a nuestro entendimiento y que hemos designado con el término inaprehensible de "eternidad".

Sí, Dios nos ha creado en un acto de magnanimidad inigualable y quiere y apuesta por tu plenitud, la mía y la de cada ser humano simplemente porque es bueno, porque es Amor. Y esto es tan grande, nos supera tanto, que nos resulta muy difícil de creer. De puro bonito es increíble, ¿no te parece? 

Te animo a que eches un vistazo a la la carta de San Pablo a los Romanos 4, 1-8 que nos propone hoy la liturgia y, después, escuches de los labios de Jesús cómo cuida su Padre de todo lo que ha salido de sus manos. No se contenta el Señor con comunicarnos esto; va más allá porque quiere que nos enteremos -¿seremos algún día capaces de hacernos cargo de esta realidad fundamental?- de lo que valemos a los ojos de Dios (Lc 12,1-7). Ojalá tú y yo nos creamos esto de verdad permitiendo que de nuestra cabeza baje a nuestro corazón. Así, creyendo "cordialmente", caminaremos por los caminos del Espíritu con el corazón ensanchado.