miércoles, 14 de octubre de 2015

Herederos de una inmensa fortuna

Es bueno, realmente bueno, que nos parezca no sólo difícil sino imposible vivir según el estilo que Jesús vino a inaugurar con su propia vida. Es buenísimo sentirnos impotentes frente a sus exigencias porque ésta es la forma que el Señor tiene de decirnos que todo corre de su cuenta, que este "negocio" le compete a Él. 

¿Entonces? Si todo es gracia, que lo es, ¿qué nos atañe a ti y a mí en esta historia? Sólo una cosa: dejar hacer a Jesús en la propia vida; abrirnos a la acción silenciosa pero constante y eficaz del Espíritu Santo que no para de actuar allá, en el hondón de nuestra propia alma; tomar posesión de la herencia que nos corresponde por pura gracia de Dios: un tesoro de bondad, tolerancia y paciencia que es de su propiedad (Rm 2,4) pero que está a nuestra entera disposición para hacernos capaces de su amor, para enseñarnos y ayudarnos a vivir cara a Él como receptáculos de la gracia que viene sobre nosotros a raudales por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.

Que el fuego, la luz, el consuelo y la fortaleza del Paráclito sean eficaces en ti y en mí porque los acojamos para volvernos hoy al Dios que nos ama y que nos da su amor para que vivamos siendo armonía en medio del ajetreo de la jornada.