domingo, 8 de mayo de 2016

La mejor compañía

Relata San Lucas en su Evangelio la Ascensión del Señor (24,46-53). Sí, Jesús regresa al Padre, pero nos lleva con Él y se queda con nosotros.

Porque con Él, que es nuestra cabeza, participamos ya de la gloria y del Reino de manera anticipada y, mientras dura nuestra peregrinación por este mundo, contamos con la compañía constante de Su Espíritu, que el Padre nos ha dado, y con Él mismo, presente en Su Palabra y en la Eucaristía.

Por eso podemos mirarLe, glorioso y resucitado, cuando esta vida nos pesa, sabiendo que su destino es el nuestro por pura misericordia; y podemos alimentarnos de Él y dejarnos conducir por Su Espíritu para vivir la vida en plenitud que el Señor nos ha conquistado mientras avanzamos por el camino.

Muchas veces no sabemos cómo mirarLe, le sentimos perdido y todo nos parece gris. Otras veces nos cansamos de caminar... ¡nos cansamos hasta de Su compañía! y buscamos la plenitud en el lugar equivocado o con los medios inapropiados. ¿Cómo hacer entonces? Pienso que, en esos momentos, toca esperar junto a María que vuelva a brillar el sol en nuestra vida. Esperando pacientemente junto a la Madre recibiremos, por medio de Ella, el Espíritu Santo que nos hará ver esa realidad, que vivimos de manera sombría, con los ojos de Dios. Busca su compañía silenciosa y espera junto a Ella hasta que la luz y el valor vuelvan a acompañar tus pasos.