miércoles, 4 de noviembre de 2015

Nos olvidamos del amor

Meditando el evangelio de hoy (Lc 14,25-33) pensaba que, ante el tono exigente de Jesús que nos pide renunciar a todo para poder seguirLe, nos olvidamos de lo más importante: del amor.

Porque, pensaba, una madre no siente sus renuncias como una carga insufrible cuando cuida de sus hijos. El porqué de esta actitud está clara: la entrega más pura y más desinteresada que existe en la tierra -la de una madre- es precisamente así porque está bañada en amor auténtico y lo rezuma.

Y sí, cuando nos planteamos seguir al Señor en serio, se nos presentan ante los ojos un montón de renuncias que pesan. Pero pesan porque nos falta amor. Además, Jesús no nos quita nada y, una vez que se lo hemos entregado, podemos experimentar cómo nos lo devuelve todo crecido, aumentado, purificado, elevado. Te lo aseguro!!! ¿Por qué no haces la prueba?