viernes, 27 de noviembre de 2015

Alabar, bendecir y predicar a Dios

El cántico de Daniel 3, nos da una clave para vivir vida auténticamente humana: prestar nuestra voz a la creación entera para que todas las criaturas salidas de la mano de Dios alaben, bendigan y ensalcen a su creador.

Pensaba que tenemos muchos deseos, pero estoy segura de que si te paras, descubrirás que todos son, en el fondo, deseo de Dios. Porque el que nos creó puso en lo más profundo de cada uno de sus hijos el motor capaz de generar el movimiento y la energía que nos ponen en marcha para buscarLe a Él llevando con nosotros a todo lo que existe por el desbordamiento de la bondad de Dios.

Sí, cualquier deseo que podamos tener quedará colmado, con mucho, si nos decidimos a vivir con Dios y de Dios haciendo de nuestra vida una alabanza, una bendición, una predicación viva de la salvación que Jesús nos ha ganado con su vida, muerte y resurrección. Viviendo en ese triple marco de alabanza, bendición y predicación alcanzaremos la meta de la peregrinación en que consiste nuestra vida: el Dios Uno y Trino que nos impulsa y nos atrae hacia Él para que no perdamos el rumbo.

Cuando, a veces, la marcha se hace pesada, debemos hacer un alto en el camino y reponer fuerzas. La Fuerza es el mismo que te atrae y te impulsa desde lo más profundo de ti a seguirLe. El que es el Camino se ha hecho alimento en la Eucaristía y aliento en su Palabra. Alimentándote en estas dos mesas conseguirás mantener vivo el deseo que te da vida porque te lanza a buscar a quien es la Vida y a obtener de Él esa vida abundante que vino a traer a la tierra.