domingo, 29 de noviembre de 2015

Esperando la salvación

Comenzamos hoy, un año más, el tiempo de Adviento. Tiempo de espera preñado de esperanza. Esperanza cierta en el cumplimiento de la promesa de nuestra propia salvación porque nuestro Dios es un Dios que salva. Sí, Él no se despreocupa de la Historia ni de tu historia y la mía, no... Dios se ha encarnado entrando en la Historia para conducirla hacia su plenitud, esa que soñó desde el comienzo de los tiempos. Con el mismo amor, delicadeza, cuidado y esmero guía la historia de cada uno de sus hijos hasta el momento en que su salvación para ellos sea plena y definitiva.

Mientras llega ese momento toca esperar el cumplimiento de la promesa en una confianza esperanzada envuelta en paz. La paz que el Príncipe de la Paz ha venido a traer al mundo; a tu vida; a la mía. Dios, que nos llamó a participar en la vida de su Hijo es fiel y no permitirá que su llamada se frustre.

Esperamos el cumplimiento definitivo de su llamada. Y esperamos velando: velamos orando y oramos velando. En algunos momentos oraremos de manera expresa, habiendo dejado aparcado todo lo demás, para recordarnos a nosotros mismos lo esencial permitiendo al Espíritu obrar en nuestro interior. En otros, todos los demás, oraremos de manera implícita en cada momento de nuestro día viviendo de la energía y gracia que Dios nos regala cada vez que viene a nosotros en la Eucaristía, en su Palabra, a través de una persona o de un acontecimiento.

Hoy pido para ti y para mí la gracia de permanecer bien despiertos pidiendo la fuerza que necesitamos para hacer frente a los envites de la vida, para mantenernos en pie ante el Hijo del hombre 

¡¡¡Feliz comienzo de Adviento!!! ¡¡¡Feliz y dichoso tiempo de espera!!!