jueves, 30 de junio de 2016

Regresando a los orígenes

El Evangelio de hoy comienza con esta frase: "Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad" (Mt 9,1). Nos dice el evangelista que el Señor regresó a su ciudad, al punto del que había partido.

Este retorno me sugería los "retornos" que tú y yo tenemos que emprender muchas veces a lo largo de nuestra vida, incluso a lo largo del día, cuando nos desviamos o perdemos de vista aquello que nos impulsó a ponernos en marcha. Y es que la hoja de ruta que el Espíritu Santo nos desvela para seguir al Señor, se desdibuja o erosiona por las mil y una circunstancias que inciden en nosotros. A pesar de esto, Su gracia nos asiste para que podamos recuperar la visión y contemplar con nitidez eso que en un momento concreto de nuestra historia nos descubrió.

Tenemos que hacer parón de vez en cuando, frenar el ritmo y afirmar nuestros pies para que la corriente no nos arrastre. Porque, del mismo modo que continuamente tenemos el peligro de perder esas luces que brillaron iluminando nuestra senda, tenemos la posibilidad de recuperarlas para que "regresando a nuestra ciudad", que es el punto de partida, continuemos la travesía por el mar de nuestra vida haciendo que ésta se reoriente, una y otra vez, y siga la trayectoria marcada por la voluntad de Dios.