viernes, 3 de junio de 2016

Nuestro Hogar

Meditar la lectura del profeta Ezequiel (34,11-16) que hoy nos propone la liturgia de la solemnidad del Corazón de Jesús, ensancha el alma y la hace respirar a pleno pulmón.

El Señor nos anuncia que Él mismo es Quien nos busca cuando nos hemos perdido o despistado tragados por el desánimo o la oscuridad. Y es que, a pesar de que deseamos seguirlo, este seguimiento se hace a veces cuesta arriba cuando hacen su aparición en escena las dificultades interiores o precedentes del ambiente que nos rodea.

En esos momentos hemos a acudir al que nos ha dicho que vayamos a Él cuando estemos cansados y agobiados. Pero, como el Señor conoce nuestras limitaciones y nuestra debilidad, nuestra falta de fuerzas, está siempre dispuesto a salir a nuestro encuentro para llevarnos junto a Él y alimentarnos con Su Palabra y Su Cuerpo saciando nuestra sed con Su Sangre y con el agua de Su Espíritu que derrama abundantemente sobre nuestros cuerpos sedientos y fatigados, cubiertos del polvo del camino. 

Sí, Él es nuestro Pastor. Por eso es Él mismo Quien se encarga de nuestro cuidado. Ojalá que nos dejemos cargar sobre Sus hombros para recibir todo lo que desea darnos, que es tanto. Ojalá nos dejemos introducir en ese Corazón  Suyo que es nuestro Hogar.