domingo, 19 de junio de 2016

Contemplar para responder

El Evangelio de hoy (Lc 9,18-24) comienza con una frase que ha llamado mi atención: "Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó...". ¿Cómo -preguntaba al Señor- podías estar solo si tus discípulos estaban allí contigo? Y me ha parecido entender que me respondía lo que ahora os cuento, invitándome después a hacer algo.

Jesús está solo ante el Padre porque es Uno con el Padre de tal manera que es el Único que puede estar con Dios así: solo. Pero todo lo creado, y muy particularmente cada uno de nosotros, ha recibido  la existencia por Él y todo le pertenece -¡¡¡somos suyos!!!-. Por eso tú y yo somos presentados al Padre en y a través de Jesús. Siempre estamos en presencia de Dios porque existimos, somos y vivimos en el Hijo que es Uno con el Padre en el Espíritu. Sí, tú y yo accedemos al Padre por medio del Señor y nuestra oración no es sino la suya porque, en Su infinita misericordia, nos ha concedido participar de todo lo que es Suyo.

Vamos a contemplar a Jesús orando; vamos a tratar de imaginarlo así, en oración. Nos distraeremos a menudo: no pasa nada; vuelve a intentarlo. Vamos a representarnos la imagen del Maestro en oración y a disponer nuestra atención para responder a Quien, sin duda, nos responderá de un modo u otro.