viernes, 24 de junio de 2016

¿Qué va a ser de este niño?

Con esta pregunta, pronunciada por los que tuvieron noticia del nacimiento del Bautista, se cierra el Evangelio de hoy (Lc 1,57-66.80).

Esta misma pregunta puede hacerse de cada uno de nosotros porque, como reza el Salmo 138, "Dios nos ha escogido portentosamente". Si nos paramos a pensar un poco, el Señor nos ha creado para que participemos de Su misma Vida; para establecer con cada uno de nosotros una relación personal, única, irrepetible, en la que ir comunicándonos todos Sus bienes. Tu vida y la mía, la de todos y cada uno de los hombres sin excepción, es, desde el mismo momento en el que Dios nos regala la existencia, una aventura apasionante que consiste en responder a Su gracia que nos va descubriendo en el Hijo quiénes somos y que nos va conformando con ese Modelo que es Cristo, el Señor.

Vamos a hacer un alto en nuestro día, pidiendo la intercesión del que arrancó de Jesús el mayor piropo salido de Sus labios cuando afirmó de él que era el mayor de los nacidos de mujer, para responder a Su llamada con la pasión y la entrega con las que él lo hizo; vamos a hacer un alto en nuestro día para agradecer el don de la vocación con la que el Señor nos ha confiado parte de Su misión contando con nuestra colaboración para anunciar a todos la Buena Noticia: que nos ama con amor infinito y que nos ha llamado a una vida en plenitud junto a Él.