viernes, 17 de junio de 2016

Mirando a la Luz

Hoy Jesús nos propone acumular "riquezas" en el Cielo para que no se pierdan. Porque allí donde esté nuestro tesoro, estará nuestro corazón (Mt 6,19-23).

Pensaba que, sin duda, el mejor tesoro es el Señor. Pero, ¿cómo hacer que Él lo sea verdadera y realmente? Me parece que ésta es una buenísima pregunta que todos tenemos que hacernos en Su Presencia, tratando de escuchar la respuesta que nos llegará desde nuestro interior, donde Jesús habita permanentemente en Su Espíritu. Os cuento lo que a mí me ha parecido escuchar esta mañana:

Hacer del Señor mi tesoro es ponerLe en el centro de mi vida evitando dos cosas: quedar atrapada en las baratijas que engañan con su apariencia atractiva y detener nuestra mirada en el mal que la enturbia impidiéndonos verLe a Él. 

En cualquier caso, se trata de intentar centrar la mirada en Jesús, el auténtico tesoro, el Único capaz de salvar y dar la felicidad que nuestro corazón añora y desea, y no dejarnos seducir por otras "riquezas" que brillan con una luz falsa; se trata, también, de no dejarnos envolver por la madeja que teje el mal, que descubrimos en nosotros y en los demás, escapando de esos tentáculos, de esas salpicaduras que empañan nuestra visión y la oscurecen impidiéndonos ver la Luz.

Termina el Evangelio de hoy con la llamada de Jesús a preservar la salud de nuestro ojo para que todo nuestro cuerpo tenga luz. Vamos a intentar secundar este consejo del Maestro guardando nuestros ojos del mal, apartándolos de lo que nos hace daño para dirigir nuestra mirada únicamente a Jesús, la verdadera Luz. Así conseguiremos que todo lo demás desaparezca de nuestro campo de visión y veremos nuestro interior iluminado con la Luz que es Él mismo. Que el Señor nos regale la gracia de quedar ciegos para todo lo que no es Él haciendo que nuestras vidas transcurran mirando a la Luz.