martes, 14 de junio de 2016

Imitando a Jesús

¡Qué difícil nos parece seguir el mandato del Señor "sed perfectos como vuestro Padre"! (Mt 5,43-48). Nos lo parece y lo es. Pero sólo si contamos únicamente con nuestras propias fuerzas olvidándonos de la asistencia del Espíritu, que vela y trabaja para hacernos imagen perfecta del Hijo.

Jesús, el rostro humano del Padre, vivió haciendo el bien y rogando por quienes no lo amaban hasta los últimos momentos de su vida en la tierra. Él, que nos mostró las entrañas misericordiosas del Padre, no se limitó a dejarnos un ejemplo imposible de seguir, sino que puso a nuestro alcance Su gracia y nos dio Su Espíritu para que nosotros pudiéramos vivir igual.

El amor a los enemigos, la misericordia para con ellos, no es una meta inalcanzable porque el Espíritu del Señor habita en nosotros haciendo posible que vivamos haciendo el bien y pidiendo por los que son causantes del mal. Vamos a pedir hoy a Jesús que no permita que abandonemos de antemano sus propuestas por considerarlas imposibles, sino que nos fiemos de Su Palabra, Todopoderosa, que hace lo que dice y que es capaz de transformarnos en lo que estamos llamados a ser: hijos en el Hijo.