viernes, 8 de julio de 2016

Un amor incondicional y eterno

El Señor nos recuerda hoy, por medio del profeta Oseas (14,2-10), que su amor es incondicional y eterno.

Dios siempre nos está esperando y, para que se produzca el encuentro, sólo es necesario que nos volvamos a Él y reconozcamos que nos equivocamos cuando nos alejamos de Su Presencia en busca de una plenitud imposible sin Él.

El Señor nos dice que es para nosotros rocío que fecunda nuestra vida regalándonos frutos sabrosos; tierra en la que ahondar que protege nuestras raíces y nos hace fuertes; amor incondicional y fiel. Ojalá nos volvamos hoy a Él dejando de lado todo eso que nos impide encontrarLe y amarLe con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, con todo nuestro ser.