lunes, 25 de julio de 2016

Con la gracia de Dios... ¡¡¡podemos!!!

Hoy, día del Apóstol Santiago, las lecturas que nos propone la liturgia nos ayudan a considerar que podemos dar al Señor lo que nos pide porque Él, antes, nos lo ha dado a nosotros: la valentía de los primeros, hasta llegar al martirio, anunciando la resurrección del Señor a pesar de la oposición de los sacerdotes del pueblo judío (Hch 4,33; 5,12. 27b-33; 12,1b); la certeza de San Pablo de que la fuerza para cumplir la misión encomendada es de Dios (2Corintios 4,7-15); la osadía de los hijos de Zebedeo afirmando que pueden beber el mismo cáliz del Señor (Mt 20,20-28), son algunas muestras de ello.

También nosotros podemos vivir la misma vida de Cristo porque la misma gracia que se les concedió a estos primeros testigos de la resurrección del Maestro se derrama sobre nosotros para que podamos responder a las llamadas de Dios. 

Por eso podemos decir con Pedro y los Apóstoles que tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres -y, sobre todo, ¡¡¡queremos hacerlo!!!-; podemos hacer nuestra la afirmación de Pablo y decir que, precisamente porque somos vasijas de barro, las maravillas que se obran en y por nosotros se deben a la fuerza del Dios que nos habita; sabemos, y por eso podemos decir con pleno convencimiento, que el Señor nos capacita para beber Su cáliz cuando parece que todo se hunde a nuestro alrededor y nuestra barquichuela va a la deriva. ¡¡¡En todo eso podemos porque Dios no nos abandona!!!

Sí, el Señor nos sostiene y acompaña siempre. A Él acudimos para que, por intercesión de Santiago, nos dé la audacia que nos permita dar un paso al frente con valentía porque, con la gracia de Dios, podemos vivir como lo que realmente somos: hijos del Padre que está en el Cielo.