lunes, 11 de julio de 2016

El mejor premio

Hoy, fiesta de San Benito, patrón de Europa, la Iglesia presenta a nuestra contemplación el Evangelio de Mateo 19,27-29, que recoge la pregunta que Pedro dirige al Señor después de decirLe que él y sus compañeros lo han dejado todo y lo han seguido: "¿Qué nos va a tocar?", pregunta el Apóstol a Jesús.

Quizá hayamos hecho esta misma pregunta al Señor, de un modo u otro, en diferentes momentos de nuestra vida porque sentíamos que habíamos hecho mucho por Él: ¡¡¡habíamos renunciado a tantas cosas...!!! Pero a medida que hemos ido avanzando etapas en el seguimiento del Señor, Él, bueno y paciente, nos ha ido haciendo ver que la mejor recompensa está, precisamente, en la gracia que nos ha permitido liberarnos de tantas cosas y en el hecho mismo de seguirLe de cerca.

Párate a pensarlo un poco: vivir el Evangelio, ser otro cristo, el mismo Cristo, es, pese a las dificultades, lo mejor que puede pasarnos. Porque el modo de vivir del Señor es, con mucho, el mejor de todos. Aún más, es el único que nos permite alcanzar la mayor cota de humanidad posible.

¡Qué exigente nos parece Jesús tantas veces en las páginas del Evangelio! Y lo es. Pero la sorpresa que reserva a los que, en medio de su pobreza, limitaciones y pecados, se empeñan en secundar sus consejos y mandatos, es mayúscula. Porque estos descubren que es la gracia que reciben del Señor la que hace todo eso en ellos, haciendo que lo imposible resulte posible. Y experimentan la libertad que traen esas "exigencias" que, a veces, nos resultan antipáticas, difíciles, ásperas, inoportunas...

Descubrir esto es mucho, pero no es todo. Este descubrimiento es semejante a unas gotitas de agua fresca para alguien que tiene mucha sed. El verdadero hallazgo, el auténtico tesoro, se encuentra cuando, llegado un momento, se experimenta que seguir al Señor es la mejor recompensa. Continuando con el símil del agua podríamos decir que es entonces cuando se deja de beber a sorbitos para disfrutar de un agua limpia, refrescante y vivificante que se nos regala en abundancia.

Vivir procurando la cercanía del Señor, buscando Su Rostro, tratando de imitar Su vida, es el mejor premio. De ello dan testimonio los santos que, como San Benito, hicieron del seguimiento de Cristo el motivo de sus vidas. Ojalá nos empeñemos tú y yo en hacer lo mismo.