martes, 30 de agosto de 2016

Un Señor que libera

Hoy vemos a Jesús en la sinagoga de Cafarnaún liberando a un hombre de un demonio (Lc 4,31-37). El Señor, con una orden, hace callar al espíritu inmundo y lo hace salir del hombre, torturado y esclavizado por su poder.

Y pensaba que también nosotros andamos en ocasiones malhumorados, a disgusto con nosotros mismos sin saber ni poder identificar qué es lo que nos pasa. Quizá Jesús permita estas situaciones para que nos acerquemos a Él suplicándoLe que nos simplifique por dentro, que nos rescate, que ordene a la tormenta interior que amaine y a las voces interiores que nos mortifican que callen.

Porque nadie tiene poder para liberarnos de nosotros mismos fuera de Él. Reconoce este poder del Señor; ruégaLe que te libere de tus "demonios" interiores y asiste, pasmado, a la eficacia contundente de sus órdenes. Sí, Jesús te liberará de eso que te esclaviza y te aparta de Él; de todo aquello que amenaza la paz que ha venido a traer a tu vida.