sábado, 30 de abril de 2016

Dejar... para recuperar en plenitud

Hoy Jesús nos recuerda, en el Evangelio de Juan (15,18-21), que nos ha escogido sacándonos del "mundo" y que, por eso, a veces encontramos resistencias y rechazos en él.

Jesús nos ha "sacado" del mundo para que seamos sólo y totalmente de Él. Ésta es la meta a la que, si le dejamos, el Señor nos va acercando progresiva y suavemente a medida que transcurre nuestra vida.

Y pensaba que, ser sólo de Jesús, no implica únicamente resistencias, rechazo, quizá hasta persecución por parte de ese "mundo" que no lo reconoce a Él, sino que supone, también, un proceso de desprendimiento de todo lo que no es Él que resulta, la mayor parte de las veces, doloroso.

Pero Dios no sólo no quita nada, sino que lo da todo. Y esta verdad se materializa en el hecho de que, una vez "desprendidos" de todo lo que no es Él, encontraremos ese "todo" en Su Corazón; ese "todo" nos será devuelto purificado, ordenado, pletórico de vida abundante y verdadera como Jesús mismo nos prometió.

Intuyo que merece la pena "perder" todo para quedarnos sólo con Él. ¿Sólo, digo? ¡¡¡Si en Él lo tendremos todo de verdad, sin espejismos, de manera definitiva...!!! Por eso pido para cada uno de vosotros y para mí que nos dejemos despojar, deshojar, desprender de todo. Así podremos recuperarlo en la medida en que el Señor lo quiera; con la intensidad, la profundidad, la hondura y la anchura que Él determine.