martes, 26 de abril de 2016

El mejor regalo

Hoy Jesús nos repite a través de Juan que nos ha regalado su Paz (14,27-31a), esa Paz que constituye su saludo después de resucitar de entre los muertos. Sí, Jesús es el Príncipe de la Paz.


Su afirmación es categórica y Él no miente. Su Paz es patrimonio tuyo y mío porque el Señor así lo ha querido. ¿Por qué, entonces, nos encontramos tantas veces revueltos, turbados, ansiosos? Quizá la causa de nuestros agobios y desazones tenga que ver con el hecho de perder de vista a Jesús; de ignorar Su Presencia constante a nuestro lado. Esa Presencia que nos recuerda qué es lo esencial cuando nos hemos perdido en mil y una pequeñeces que nos impiden disfrutar del regalo que el Señor se empeña en que hagamos nuestro de una vez por todas.


Ojalá que durante el día que ahora comienza seamos capaces de quitar esos obstáculos que, sin duda, se presentarán en el camino impidiéndonos disfrutar de la Paz del Resucitado; ojalá que respondamos a Su gracia, dispuesta siempre a liberarnos de las ataduras de esos "ladronzuelos" que, ocultos tras los más variados disfraces, intentarán arrebatarnos a lo largo de la jornada el bien preciosísimo de Su Paz.