jueves, 28 de abril de 2016

Todo es gracia

En la lectura de los Hechos de los Apóstoles (15,7-21), San Pedro nos recuerda, con motivo de la primera controversia de la que tenemos noticia en la Iglesia primitiva, que no nos salvan las costumbres o normas, por santo que sea su contenido, sino que lo que verdaderamente nos salva es la gracia del Señor Jesús.

Esa salvación, que se nos dio de una vez para siempre en el bautismo que nos incorporó a Él, es, de hecho, una gracia, un don, una liberalidad de Dios que requiere de nuestra parte, para ir creciendo y madurando, nuestra libre colaboración... porque Quien nos creó, nos creó libres y quiere contar con nosotros en la realización de Su obra en cada uno y en el mundo.

La gracia del Señor es la que hace posible nuestra permanencia en Él y nuestro intento, actualizado cada día, de guardar sus mandamientos como nos recuerda el mismo Jesús en el Evangelio de hoy (Jn 15,9-11). Esos mandamientos no forman una lista de prescripciones sino que constituyen un modo peculiar de vivir que es el del Verbo que asumió nuestra naturaleza. Ese "vivir al modo de Jesús" se hace posible en el Amor, que es Su Espíritu vivo que mora en nosotros.

Ojalá que aprendamos a escuchar a ese Espíritu para saber qué dirección seguir; ojalá que aprendamos a dejarnos llevar por Él con la docilidad del que sabe con certeza que su vida está en las mejores manos y desea que esa vida sea lo que, en realidad, tiene que ser.