jueves, 3 de noviembre de 2016

Retomando el camino

Hoy Jesús nos vuelve a recordar la alegría que experimenta cuando, tras habernos despistado y detenido en pequeñas o grandes cosas que nos lo ocultan, asistidos por Su gracia, nos volvemos a Él (Lc 15,1-10).

Una y otra vez tenemos que ejercitarnos en ese retorno a lo esencial que consiste en fijar nuestra mirada en Jesús mientras caminamos. Este es el modo de hacer que todo, absolutamente todo, coopere en nuestra vida al seguimiento del Señor. Porque Él es el único capaz de sacar bien del mal: por eso nuestros abandonos, nuestras infidelidades y fracasos, nuestros cansancios y desalientos pueden ser para nosotros motivo de una conversión continua. En esto consiste la vida del cristiano: en volver una y otra vez a centrar nuestra existencia en Jesús, el Señor.

Ojalá que tú y yo nos decidamos a hacer de Él el único motivo de nuestra vida, de nuestro pensar, de nuestro sentir, de nuestro actuar; ojalá que, como el Apóstol, podamos decir que todo lo que era para nosotros una riqueza ha pasado a ser nada en comparación con el conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor (Filipenses 3,8).