miércoles, 26 de octubre de 2016

La puerta estrecha

Hoy Jesús nos exhorta a esforzarnos en entrar por la puerta estrecha (Lc 13,22-30). Sí, el Señor nos habla de esfuerzo, aunque sabemos bien que todo es gracia y que sin Él no podemos nada. Y es que la contrapartida de Su gracia se encuentra en la respuesta de nuestra libertad.

Puede que el esfuerzo del que habla Jesús hoy se refiera a esta respuesta personal a Sus llamadas, a nuestra adhesión a Sus propuestas, aunque esta respuesta y esta adhesión no puedan pasar del nivel del deseo. El Señor se conforma con muy poco porque sabe de qué pasta estamos hechos.

¿Sabes? Me parece que basta con decirLe que queremos secundar las inspiraciones de Su Espíritu, que deseamos acoger lo que nos propone y vivir según Su vida, para que Él haga el resto que, en realidad, es todo.


Por eso vamos a decirLe hoy que queremos entrar por esa puerta estrecha de la que Él nos habla hoy. Pero vamos de decírselo de verdad, con toda el alma, aunque ni siquiera entendamos qué es lo que quiere decirnos cuando nos anima a pasar por la puerta estrecha. ¿Qué más da? Sabemos que Quien nos lo pide ha dado Su vida por nosotros, que es nuestro Abogado ante al Padre y que no cesa de rogar para que nos dejemos inundar por Su gracia, para que nos dejemos modelar por Su Espíritu según Su Imagen. ¿Vamos a dudar de Alguien así? 


Queremos, Señor, por supuesto que queremos entrar por la puerta estrecha. Encárgate de señalarnos cuál es esa puerta para cada uno. Aunque bien sabemos que, en último término, esa Puerta eres Tú. Por eso te pedimos: ¡Enséñanos a pasar por Ti, Señor!