Hoy escuchamos a Jesús exclamar: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!" (Lc 12, 49-50).
El Señor, consciente de Su misión, desea con toda su alma que se realice... y siente impaciencia mientras espera Su hora; conocedor del precio que ha de pagar, siente la angustia de lo que está por venir sin terminar de llegar... Sí, Jesús es plenamente humano; sus sentimientos son los de un hombre. Él ha asumido nuestra naturaleza con todas sus consecuencias para que podamos identificarnos con Él en todo y así poder llegar a ser lo que estamos llamados a ser: hijos en el Hijo.
