martes, 25 de octubre de 2016

Buscadores del Reino

Lo que en el Antiguo Testamento era una llamada de Dios al hombre para que buscara Su Rostro, en el Nuevo se identifica con la búsqueda del Reino.

El Reino es Jesús mismo; Dios con nosotros. Nuestra meta es Él; nuestro premio es el Señor. Y la felicidad auténtica, la vida en plenitud que llamamos vida eterna, comienza ya aquí si procuramos conocerLe cada día un poco más para poder amarLe cada vez mejor.

El Reino ya está en nosotros, nos dirá Jesús. Porque ese Reino es Su Espíritu que nos habita y que, si Le dejamos, nos va transformando en el Hijo para que los que nos rodean puedan disfrutar de Su Presencia, esa Presencia que despertará en ellos la necesidad de buscarLe para encontrarse con Él.

Sí, el Reino, al modo del granito de mostaza o de la levadura que hace fermentar la masa (Lc 13,18-21), es algo pequeño, imperceptible para aquellos que no lo quieren. Porque el Reino sólo "crece" si la libertad del hombre lo acoge y "le da permiso" para expandirse... Y es que el Señor es un caballero y ha decido quedar sujeto a nuestra libertad para mostrarSe y actuar, porque no quiere tener esclavos sino hijos.

¿Cómo buscar el Reino que está en nuestro interior? La Palabra del Señor y Su Cuerpo son los guías que nos conducirán hasta hallarlo en lo más profundo, donde Él ha querido hacer Su casa. Que, cuando lo encontremos, nos olvidemos de todo lo que no es Él para dedicarnos, bajo la luz y el impulso del Espíritu Santo, a cuidarlo para que crezca y llegue a convertirse en refugio y hogar para todos los que viven con nosotros.