sábado, 25 de marzo de 2017

Sumérgete!!!

El Evangelio de hoy, día de la Encarnación, nos presenta a Nuestra Madre recibiendo ese anuncio del ángel que le cambió la vida... a Ella y a nosotros por su Sí decidido, pronto, alegre y, sobre todo, consciente, muy consciente (Lc 1,26-38).

Te propongo algo: sumérgete en la escena pidiendo a la Virgen que te preste su lugar y disponiéndote a vivirla en primera persona. ¿Te sonríes pensando que se trata de un juego para desarrollar tu imaginación? No es nada de eso, y te voy a decir porqué.

El Señor también te habla, como habló a María aquel día memorable en el desconocido Nazaret de la Palestina del siglo primero. Aún más: ¿sabes que te pide permiso para tomar "carne" dentro de ti?; ¿sabías que eres capaz de engendrar al Señor, tu Dios, como hizo María? Sigue leyendo y verás como me das la razón...

La Virgen engendró al Verbo, a la Palabra de Dios, por obra del Espíritu Santo. Esa Palabra entra en ti cada vez que comes Su Cuerpo vivo en la Eucaristía; y cada vez que tomas entre tus manos la Sagrada Escritura con la intención firme -y la petición humilde- de dejar al Espíritu que te conceda intuir, vislumbrar, lo que esa Palabra pide de ti hoy y ahora. Por eso entra en ti cuando le das tu "sí" -idéntico al de María y que Ella se encarga de sostener- y se dispone a crecer y a tomar carne a medida que le dejas espacio, que rumias esa Palabra, que te dejas poseer por Ella. 


La Palabra tomó carne en las entrañas purísimas de la Virgen y le cambió la vida. Escúchalo bien: eso mismo hace en ti y contigo si le dejas... En esta imagen faltas tú: te atreves a ocupar tu lugar?